1. (10) La misteriosa CB


    Fecha: 07/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Caminante, Fuente: CuentoRelatos

    El viernes siguiente me planteé el ir al pub, pero mi otro yo me dijo que fuera, siempre cruzábamos e-mails y en toda la semana que llegaba a su fin, no había ninguno, algo le pasaba como a mí.
    
    Me salto la semana con CB, que fue pocha debido a la serie de banderillas que me fue clavando en la espalda, su bandera fue el despecho, ira y muy mala leche, mi jefe con cierto sarcasmo me dijo en voz baja, que debía de tirármela cuanto antes, me hizo una serie de putadas que repercutían en mi trabajo, aunque mi jefe las fue controlando, es otra historia que tuve que preparar previamente un guion, un plan escrito y meditado.
    
    Me salvó un insulto, bueno, eso es lo que ella pensaba, que me iba a molestar, ya que ese lunes, el posterior al polvo fallido, llamó a mi jefe pidiéndole que el chico de los recados pasara por su despacho, soy el gestor administrativo-comercial de la empresa, hay mucho trabajo de campo, y mi experiencia en centros oficiales y grandes empresas servía para mucho.
    
    Y me quedé con ese apodo, todos se rieron…, de mí, como no me molestaba, procuré dar la sensación contraria, le regalé una pírrica victoria, mi jefe y el director adjunto me preguntaron si intervenían, pero les dije que no pensando en sus tetas.
    
    No me hablaba, me mordía y lo que más le molestaba era mi impasibilidad, era una pared donde ella rebotaba y lo sabía, mi rostro no mostraba gesto alguno ante su maltrato, ya que empezó a perder los papeles, me di cuenta que le había dado demasiado ...
    ... cuerda, era mejor coger al toro por los cuernos, mejor dicho, a la tía por las tetas.
    
    Llegó el viernes y camino de la puerta de la calle pasé por su despacho, estaba de espaldas a la mesa y desde la puerta la deseé buen finde, se volvió de mala hostia, su rostro enrojecido y me mandó muy lejos, yo rematé la obra sin mover un solo músculo de mi rostro, le dije que era muy sugestivo el sujetador que llevaba y escapé, como respuesta estaba buscando encima de su mesa algo que tirarme.
    
    Sabía que los viernes se quedaba sola, cerraba la delegación, por tanto cambié de planes, volví sobre mis pasos y de nuevo entré en su despacho, su mirada era de una demente, pero no me inmuté, y me senté en la misma silla desde donde contemplé sus tetas.
    
    Pudimos escuchar como cerraban la puerta de la central, por tanto estábamos solos, y eso hizo que reprimiera sus instintos criminales, puso las manos encima de la mesa separando los dedos, luego me miró preguntándome por qué jugaba con ella, porqué la cabreaba a diario, que me había hecho para que le diera ese trato, sin olvidar la forma de echarme del pub, más vileza era imposible de tragar.
    
    No dije nada, y procuré que se diera cuenta que miraba sus tetas, ella se dio cuenta, y me dijo que si quería repetir jugada como la semana anterior, antes debía de darle una satisfacción, debía explicarla la causa de tanta infamia. Respondí que primero sus tetas y luego me explicaría. Su furia no disminuyó, pero se quitó la blusa y el sujetador, sus ...
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