Gina. Hacer de puta por una vez
Fecha: 10/05/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... mirándola y eso la excitó aún más. Para colmo él comenzó a bajarle lentamente la tanga mientras subía la falda por encima de la cintura. Las manos abiertas de ella se apoyaban contra el espejo mientras que las de él abrían suavemente sus nalgas.
El momento del primer contacto fue supremo y demoledor para ella. La verga dura como una lanza de guerra se introdujo entre sus piernas y pujó hacia arriba en el pubis buscando la raja mojadita.
Un hondo suspiro indicó que ella se encontraba bajo el hechizo del sexo que él le proponía. Oscuro y perverso, apasionado, tramposo, potente y devastador para ella.
La cabezota de la verga es llamada por la humedad de la cueva, los labios de la vagina dan la bienvenida. El encuentro produce más humedad, un poco de carne rígida, solo un poco, prólogo de un gran momento…
—Ya te tengo, eres mía, toda mías.
—Sí, sí, toda… ahhh… toda tuya… —voz entrecortada por esa muestra de carne dentro suyo.
El hombre, la hizo girar, abrir las piernas para afirmarse en el suelo, cuerpo arqueado, palmas contra el vidrio espejado, pudiendo ver todo el salón de ventas, mientras Xavier se abre paso en la vulva con el glande a pleno, húmedo por los jugos de ella y con el primer atisbo del fluido a flor de piel. Empujó un poco, entró, ella arquea su cuerpo un poco más para facilitarle la penetración.
—No te vas olvidar más de este polvo. —sonaba como amenaza de mejores momentos.
—No… no… no –respuesta casi mecánica.
—¿Te gusta ser cogida ...
... así?
—¡Sí, sí…i…me haces delirar, mi macho!
—¿Qué ten así… tan duro?
—Sí, sí, mi macho… ahhh, dame, dame más, más fuerte, más hondo…
Xavier, retiró uno poco la pija, ella exhaló el profundo placer, desde la puertita, volvió con todo, empujar fuerte y al fondo, ella cierra los ojos para sentir en toda su extensión la entrada del macho en la hembra dominada. Se apoya con todas sus fuerzas contra el cristal, jade y gime lastimosamente. Siente el rigor de la verga tan, tan dura, la podía sentir como si fuera un hierro caliente que le clava sin compasión en su sexo.
—Uff, ayyy… está muy dura —se quejó, varias veces.
—Así, está por tu culpa. —susurrándole al oído.
Ella sonrió, lentamente comenzó a colaborar con sus movimientos, copiando el ritmo de las lentas pero profundas arremetidas, acompasada danza.
—Dame más……dámela toda —rogó ella.
Xavier incrementó el ritmo, suavemente fue haciendo movimientos más rápidos, golpeando fuerte en el fondo.
— Sí...así…así —gemía lastimera y ansiosa.
— Cómo te gusta la vega, toma más….
— Sí...me gusta… me gusta —entre suspiros y gemidos.
Las manos del señor se atenazaron en las caderas de Gina, ella se sintió en las nubes, simplemente era su paraíso momentáneo, sentirse una gran prostituta. Los gemidos se hicieron más potentes, las manos ya dejaban trazas en el vidrio mientras la verga entraba y salía con potencia en ella. Sus piernas se doblaban, su boca dejaba las marcas de su aliento en la ventana.
—Ya… ...