1. x) José y yo, yo y José


    Fecha: 16/05/2019, Categorías: Incesto Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... vivía, pero la verdad, que prefería ir con Davy y no encontrarme solo.
    
    Hacía dos días que Juancar se había ido y me sentía mustio, triste, notaba que me dejaba así cuando se marchaba, y recibí la llamada de Davy con alegría, deseaba divertirme y olvidar lo que sentía por culpa de J.C.
    
    Quedamos para ese día 29 de Diciembre, dos antes del último del año. Le dije a mi padre que seguramente no volvería esa noche, para que se quedara tranquilo le hice saber que sería una fiesta en la casa de Alex y que estaría mi jefe, a pesar de que tenía más de veinte años continuaba preocupándose de mí, porque pudiera pasarme algo malo, cosas de padres.
    
    Me invitó a comer para que estuviera con los chicos, los cuatro eran tranquilos, pacíficos, y no causaban problemas, pero también, con la confianza de sentirse queridos, se volvían revoltosos. Juan, Lara y el resto del personal de la casa los adoraban. La casa, cementerio de granítica piedra, se convertía a veces en ruidoso y cálido hogar.
    
    Cuando llegué jugaban en el jardín tirándose bolas de nieve entre ellos, y contra un inmenso muñeco que habían construido a base de dos gigantescas bolas del blanco elemento. Me recibieron, como era de esperar, haciendo que tomara el puesto del muñeco y siendo blanco de su certera puntería.
    
    Eran cuatro contra uno sin contar a Davy que, a veces sin lanzarla, me amenazaba con tirarme la que portaba en la mano, hasta Guay y el viejo chucho de las orejas grandes me ladraban, como si yo fuera el ...
    ... enemigo y todos hicieran causa común contra el extraño.
    
    Me encantaba el grupo a pesar de ser el gran perdedor, la nieve era de la noche pasada y ahora, en algunos momentos, salía un mortecino y triste sol. Tuve suerte al tomar Misha partido por mi causa y terminar siendo él el bombardeado por traidor entre gritos de protesta.
    
    Estuvimos un buen rato jugando y los chicos no se cansaban, deseaban continuar hasta que Juan apareció por la esquina de la casa para buscarnos. Terminaron totalmente mojados y tenían que bañarse y cambiarse de ropa, mientras tanto Davy me enseñaba como había quedado la reordenación del jardín interior.
    
    Los grupos de jardineras que formaban conjuntos florales diferentes habían sido desmontados, y dispuestos en filas a los largo de las cuatro paredes de columnas del enorme patio, y el centro lo habían dejado libre para que los chicos tuvieran espacio para sus juegos, el invierno estaba resultando de una crudeza inusitada este año, con abundantes nevadas que impedían que los muchachos salieran al jardín y zonas de juegos.
    
    Miraba a Davy ilusionado por su labor y disfrutando de lo que hacía, cada vez me reafirmaba más en mi convicción de la excepcional persona que era, lo conocía de dos años solamente y no dejaba de sorprenderme, no por el dinero que empleaba para ello, y que no tenía importancia para él, era por su decidida entrega a su labor.
    
    A veces, al pasar por la puerta del salón de música, le escuchaba en los ensayos, y es cierto que ...
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