1. La mujer casada y el horrible viejo de administración


    Fecha: 26/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Katherine35, Fuente: SexoSinTabues

    ... fijamente con una sonrisa maliciosa. Abrumada por la vergüenza, permanecí varias horas encerrada, hasta que finalmente, decidí bajar al comedor a tomar algo frío. Bajé los escalones hacia el primer piso y, para mi sorpresa, me topé con el portero, que inmediatamente me sonrió con lascivia. No se hizo a un lado y se quedó ocupando toda la escalera, para que, al pasar yo, a fuerza le rozara al bajar. Él me preguntó por mi marido y le dije que llegaría muy pronto. Al pasar, le di la espalda y sentí asco al percibir el roce de sus partes sobre mis nalgas. Noté que su cuerpo se apretaba contra mi culo y, para mi sorpresa, sentí unos dedos gordos y torpes sobarme por encima del vestido. Me quedé sin respiración y llena de ira. ¿Cómo había osado hacer una cosa así aquel vejete? Sentí un asco horroroso y escapé de allí. Fui hasta el comedor y rogué a Dios no volver a encontrarme con él, a la vez que pedía que mi marido volviera pronto. Pero no fue así. Por el contrario, recibí un telefonema de Mauro, diciéndome que había problemas y tendría que quedarse toda la noche. Di de comer a la niña, que afortunadamente se quedó dormidita, me coloqué algo muy liviano por el calor y me dispuse a acostarme. Entonces, escuché que llamaban a la puerta. Era el administrador del hotel. Olía a vino y me preguntó por mi marido. No supe que responderle y él me sonrió, a la vez que no quitaba los ojos de mi cuerpo, especialmente de las formas que se adivinaban de mis pezones, a través de la delgada ...
    ... tela. - Ese hombre es un estúpido -dijo con la voz cargada de lujuria, refiriéndose a mi esposo -. Si yo tuviera una mujer como usted, no la dejaría ni a sol, ni a sombra. Nerviosa quise deshacerme de él, pero no se movía y no me permitía cerrar la puerta. Avanzó y, sin que yo pudiera evitarlo, me tomó en sus brazos. El hombre olía a demonio, algo asqueroso, mezcla de licor y sudor. Apoyé las manos sobre los vellos de su pecho, haciendo fuerza para tratar de separarme, en tanto él hacía fuerza para atraerme hacia sí. Tenía más fuerza que yo y él ganó. Me acercó sus labios y trató de besarme. Volví la cara para otro lado y sus labios se predieron de mi cuello. Comenzó a lamer mi piel y, con una mano, me tocó una teta, por encima de la tela, mientras posaba la otra en mi nalga. Aquello era demasiado. Un tipo de lo peor, me estaba metiendo mano y pellizcaba mis pezones, al tiempo que, al apretarse más contra mí, me hacía sentir un bulto enorme, cada vez más gordo, en mi entrepierna. Me sentí llena de angustia y de miedo pero, para mi sorpresa, una excitación para mí desconocida, comenzaba a apoderarse de mi cuerpo. Ya no podía más. El hombre restregaba su bulto contra mi pelvis y ello me hacía sentir más y más cachonda. Era sólo cuestión de tiempo para que yo cediera y el muy desgraciado, lo sabía. Despues de todo, me había visto masturbarme. Me miró con lujuria y con su voz aguardentosa, me dijo: - Se nota que tu maridito te tiene muy abandonada y que estás urgida. Deja de ...
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