1. La mujer casada y el horrible viejo de administración


    Fecha: 26/05/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Katherine35, Fuente: SexoSinTabues

    ... jadeando y con los ojos en blanco. Babeaba y tenía la boca entreabierta. Me lamió toda pero yo, lejos de sentir asco, ya era suya del todo. Me sacó la verga y yo me apresuré a limpiarla con mi lengua. Nos quedamos tendidos, juntos en la cama y apoyé mi cabeza sobre su pecho. Su mal olor ya no me caía mal. Después de todo, yo había retozado como una puta entre sus brazos y olía tan mal como él. Mi cuerpo era totalmente suyo. Entonces le confesé que nadie me había hecho gozar nunca como él. Me dijo que se llamaba Estéban y que era divorciado dos veces, porque sus mujeres no habían podido seguirle el paso en la cama. Conversamos un rato y volvimos a hacer el amor. Luego, me quedé dormida entre sus brazos. Cuando desperté por la mañana, Estéban ya no estaba a mi lado. Pensé entonces en lo sucedido y sentí mucha vergüenza, por haber engañado a mi marido en los brazos de un viejo sucio y maloliente. Me levanté a tomar una ducha y, al sentir el cosquilleo del agua escurriendo por mi piel, no pude menos que masturbarme, recordando lo vivido la noche anterior. Ya limpia y seca, di de mamar a mi niña, que se había portadomuy bien no interrumpiendo a su madre en sus puterías y bajé a desayunar. Desde lejos, vi a Estéban y sentí un cosquilleo en mi entrepierna. Sabía que si Mauro no regresaba pronto, volvería a ser de aquel hombre. Más tarde, en mi habitación, recordaba el revolcón con Estéban y, de tan solo recordarlo, mi rajita se mojaba. ¿Qué me estaba pasando? Luego de pensarlo, ...
    ... llegué a la conclusión: Aquel hombre me había dado lo que yo siempre había deseado. No pude dejar de pensar en el episodio anterior sin que me mojara toda. La situación era asquerosa, pero no me podía resistir. Reflexioné largamente y me di cuenta de que Mauro ya no me apetecía. No quería regresar a su lado, no quería regresar a casa. Lo único que me importaba, en realidad, era revolcarme con Estéban y coger con él a todas horas. Pasé largo rato pensando en él y deseando que viniera a verme. A media mañana, aprovechando que mi hija se había quedado dormida después de mamar y no había nada que me detuviera, decidí bajar a la habitación de Estéban, que vivía en un apartamentito anexo. Llamé a la puerta y vino a abrirme. Estaba sobrio, pero olía tan mal como de costumbre. Me hizo pasar con una sonrisa de satisfacción. La casa estaba muy desordenada, llena de ropa sucia por el suelo y olía a pocilga pero a mí me daba ya igual. Apenas cerró la puerta, me acerqué a él y me eché en sus brazos. Comencé a besarlo y me llevó al dormitorio. La cama estaba desecha y las sábanas, amarillentas, pero a mí nada me importaba. Se me había ido la cabeza la calentura. Poco a poco nos fuimos desnudando. Olía mal, pero comencé a lamerle todo el cuerpo, no dejando un centímetro de su piel sin acariciar con mi lengua. Gemía con su voz ronca y aguardentosa, al tiempo que me preguntó: - ¿Te gusto, verdad nenita? - Sí, papito. - ¿Me deseas? - Sí, papito rico. Aquella lengua gorda y viscosa jugueteaba con ...
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