La Consulta
Fecha: 05/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... el pequeño sofá platicando de algunas cosas de cómo había sido nuestra semana, hasta que nos terminamos el refresco.
–Te serviré mas- , me dijo tomando mi vaso y se paró de nuevo al frigo bar por mas refresco y yo la seguí hasta acercarme lo suficiente para colocarme detrás de ella.
-¿Mucho trabajo el día de hoy?- le pregunté. –Quizá un buen masaje te haga sentir mejor- agregué al tiempo que mis manos se colocaban hábilmente en la parte trasera de su cuello cerca de su nuca y comencé a masajear suavemente para quitarle la tensión que le había dejado el stress del día.
Ella sabía de mi experiencia de años como masajista, y aunque ya no me dedicaba a eso mis habilidades seguían vigentes y dispuestas. Tan es así que Rosa percibió de inmediato el beneficio del rico masaje rindiéndose a la placentera sensación de mis manos sobre su piel. Poco a poco su tensión fue cediendo relajándose y mis manos seguían bajando desde su cuello hasta sus hombros haciéndola pasar por un momento delicioso.
-Ooohh, que delicioso- me dijo –no cabe duda que eres un experto con esas manos- agregó casi a punto de vencer su resistencia. Pero temerosa quizá de perder su voluntad tomó aire diciendo -será mejor que sirva los refrescos-.
–Te agradezco el refresco- , le dije, -pero hay algo que me gustaría mucho más . . . y tú sabes que es- agregué. Ella escuchó mi voz como un susurro al oído. Yo estaba tan cerca de su cuello y su piel se veía tan antojable que me era difícil contenerme para ...
... comérmela a besos.
–¡Ya no resisto más!- le dije, -me encantas, me gustas como nunca me ha gustado una mujer-. Le quité los vasos y los coloqué sobre el frigo bar.
–Es que yo . . .- dijo ella con un tono agitado en su voz. No la dejé continuar hablando, mis labios ya estaban acariciando su oído, y bajando por su cuello, besándole la piel , y seguí asi, besándola suavemente hasta que mis labios recorrieron sus hombros con ternura, con ricos besitos que le hacían estremecerse.
-Te adoro como amiga- le dije con toda sinceridad, -pero ya no puedo mirarte tan solo como simple amiga, mi cuerpo te llama, no sabes cuánto deseo comerte a besos desde hace tiempo- agregué emocionado.
-¡Aahh!- , gimió suavemente. Mis manos se colocaron en su cintura y la jalé hacia mi al tiempo que mordí suavemente su cuello.
–Oohh-, exclamó nuevamente en un suspiro.
-¡No te resistas, . . .sé que me deseas tanto como yo a ti!- le dije decidido a excitarla. Mi boca seguía besando su cuello y cuando jalé a la doctora para pegarla hacia mí, sus nalgas se toparon con el bulto de mi pantalón. Mi pene sintió al instante la deliciosa redondez de sus nalgas y ya estaba tan duro y listo para salir a dar pelea. Así pegada a mí, mis manos subieron por su vientre buscando acariciar sus pechos por sobre su entalladito vestido.
–Mmmmhh-, gemía Rosa sintiendo mis manos acariciándola por todas partes, y le mordía suavemente el cuello haciéndola temblar de emoción. Colocó sus manos sobre las mías ...