1. Las calientes vivencias de las nietas de doña Juanita 4


    Fecha: 04/07/2019, Categorías: Hetero Autor: adalberto1979, Fuente: SexoSinTabues

    ... mientras ella se subía su falda para permitirle ver su pantaleta; levantó con ambas manos el borde de la falda y esto permitió que su blanca pantaleta quedara expuesta, el frutero podía ver la entrepierna de la niña cubierta por la blanca tela, como se dibujaban sus labios sobre esta, sus piernitas estaban juntas y sus muslos apretados uno sobre el otro y dibujaban mejor la entrepierna, era un espectáculo que pocos han tenido la suerte de ver. Karen la pequeña y caliente nalgona miró como el tipo se fue acercando, caminaba titubeante, sus manos temblaban, Karen lo esperaba con la falda elevada, inmóvil, miraba directo al rostro del pervertido frutero, que una vez que estuvo cerca levanto su mano en dirección a la parte prohibida, Karen suspiro emocionada, sabía lo que el haría; la mano, que temblaba como gelatina, se fue acercando en cámara lenta a la pequeña abertura y con el dorso del dedo índice acarició la zona entre los labios, La niña nalgona no pudo evitar abrir la boca y gemir quedito, sus emociones estaban liberándose con alguien que no era el viejo Don Jorge, sintió por primera vez el dedo de otro hombre, la caricia lasciva que otro pervertido le daba, su fantasía erótica cumpliéndose, dentro de la inocencia de la pequeña nalgona no tenía idea que podía conseguir lo que fuera de los hombres, para ella era como un imposible que estaba realizando, una oportunidad que sería única ‐ Aaahhh La pequeña lanzó un gemido que fue captado por los oídos del frutero, sintió en ...
    ... el dorso de su dedo ese calorcito que se libera cuando una mujer disfruta de las caricias de alguien, el pene de este brincó dentro del pantalón y el dorso del dedo oprimió más la zona entre los labios, la niña movió sus caderas por instinto puro y entrecerró sus ojitos, abrió más su boca y libero una serie de quejiditos bajitos. La mano del frutero se movía masturbando a la pequeña y morena niña nalgona, que ya sin disimulo movía de atrás hacia adelante su cadera, disfrutando las ilegales caricias que el tipo le daba, no había soltado su falda, aún la mantenía elevada con sus manitas, las cuales vibraban al compás del movimiento, los gemidos se hacía más rápidos e intensos, lo mismo que el movimiento de la mano del frutero que vuelto loco se maravillaba como el dorso de su dedo ya estaba empapado lo mismo que la blanca pantaleta de algodón. La mano libre del frutero se acercó a la zona posterior de la niña y sintió como la pantaleta estaba metida entre las nalgas, por lo que pudo palpar los tiernos bollitos de la nalgona, acarició las dos nalgas y comprobó por cuenta propia por que le decía Karen “la nalgona” todos los muchachos cuando la veían pasar. El afortunado tipo acariciaba rápidamente la rajita infantil con una mano y mallugaba las nalgas con la otra, estaba agachado dando las malsanas caricias, disfrutando como nunca había disfrutado a una mujer, eso tal vez porque Karen no era propiamente una mujer, sus enormes nalgas eran dignas de las caricias, pero seguía siendo ...
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