1. Acabé cachonda con mi hermano


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gema, Fuente: CuentoRelatos

    ... quedarme quieta y hacerme la dormida, pero me puse cachonda perdida cuando él aceleró su mano y me quería morir de ganas cuando se agachó para eyacular en aquel pañuelo de papel. Mientras salía de la habitación, decidí cambiar de estrategia a partir de entonces. Se iba a cagar.
    
    El lunes, cuando llegó él de la universidad, mis padres estaban aún trabajando y yo me paseé por la casa prácticamente desnuda, con una camiseta blanca y unas braguitas únicamente. Su cara era un poema. Después, derramé sin querer un vaso de agua por encima de mis tetas y dejé que las viese transparentándose. Luego me reí y, para disimular, me fui a mi cuarto y me cambié. Yo sabía que estaba en ese momento flipando de cachondo y decidí portarme bien. Me puse el pijama y salí. El martes salí de la ducha con la toalla alrededor y dejé que se cayese un poco, enseñándole mis pechos. Al día siguiente, hice lo mismo con mi coño. El jueves me agaché para mostrarle mi nuevo tanga. También ese día dejé la puerta de mi cuarto abierta y me tumbé en la cama, dejando ver mis braguitas a cualquiera que pasase por el pasillo. Yo fingía leer, o dormir la siesta, pero podía notar su presencia allí, mirándome enloquecido. Poco a poco, mi truco empezó a hacerse más que un juego. Se convirtió en un modo de vida. En una adicción.
    
    Mi hermano estaba todo el día cachondo perdido y salía bastante menos de casa. En vez de irse con sus amigos a emborracharse, se quedaba allí, mirándome. Yo cada vez era más descarada y él ...
    ... cada vez se azoraba más. Iba incontables veces al cuarto de baño, yo pegaba la oreja a la puerta y escuchaba cómo se pajeaba, una y otra vez. Cuando salía, yo estaba dispuesta a volver a calentarlo. Lo que pretendía era ponerlo tan cachondo que no pudiera volver a pensar en mí de puro agotamiento. Dos sábados después, yo ya me había acostumbrado a calentarlo a todas horas. Su único respiro era cuando se iba a la universidad y yo a instituto, pero cada día él llegaba antes a casa para poder disfrutar de mí. Ese sábado mis padres salieron a cenar fuera y nos quedamos los dos en casa. Le dije que tenía una película por ver y dijo que quería verla conmigo. Se sentó en uno de los sillones y yo me tumbé en el sofá, vestida únicamente con un camisón negro que tengo y levanté la rodilla izquierda, permitiendo que me viera completamente la entrepierna. Durante toda la película, yo pude sentir sus ojos clavándose en mí como si estuvieran a un palmo de distancia. Entonces, empecé mi plan más maquiavélico.
    
    Fingí quedarme dormida y, cuando llevaba un rato así, él empezó a tocarse en el sillón. Debía darle corte hacerlo como de costumbre, pues el sofá no es tan cómodo como mi cama y yo podría despertar de repente. Se hizo una paja y se quedó más tranquilo. Entonces empecé yo. Empecé a hablar en voz baja, como si hablase en sueños, pero poniendo una voz de putón verbenero increíble. Fingí tener un sueño erótico y comencé a frotar mis piernas una con la otra, lentamente, mientras susurraba ...