1. Acabé cachonda con mi hermano


    Fecha: 06/07/2019, Categorías: Incesto Autor: Gema, Fuente: CuentoRelatos

    ... obscenidades al oído. Mi hermano estaba alucinando y no tardó en pasar completamente de la película y mirarme obnubilado. Yo solamente abría los ojos lo justo, viéndolo a través de mis pestañas. Me lo estaba pasando en grande y, de veras, me estaba poniendo muy cachonda con aquella fantasía erótica. Pude escuchar el roce de su mano contra su polla, machacándosela otra vez. Entonces, justo en ese momento, mi mano cayó desde el costado y se alojó en mi entrepierna, que empecé a tocar, manteniendo la mascarada del sueño. Mi hermano se quería morir de gusto.
    
    Cuando ya estaba muy caliente, exageradamente caliente, me moví de golpe, gimiendo, colocándome boca arriba y aparté mi mano de mi vulva, para pasarla por mis pechos y dije «Cómemelo, por favor». Mi hermano dejó de meneársela y se quedó quieto. Yo continuaba con los ojos cerrados, pero podía sentir cada movimiento que hacía. Repetí mi petición diciendo que era lo que más deseaba en el mundo, que me correría en su boca si lo hacía. Mi hermano no se pudo resistir. Agachó la cabeza, la metió entre mis piernas que estaban totalmente abiertas y apartó las bragas con mucho cuidado. Primero me tocó con uno de sus ...
    ... dedos y yo dije "Por favor, por favor, dame tu lengua".
    
    Obedeció y me empezó a volver loca. Yo gemía mucho, y esta vez era de verdad. Mi hermano, mi virginal hermano que se hacía pajas mirándome a mí porque no tenía a quien usar de recipiente, mi hermano que era el tío más despreciable del universo, estaba comiéndome la almeja y dándome un placer salvaje. Siguió durante mucho rato hasta que, por fin, me corrí y se lo hice saber. Estaba exhausta, derrengada. Mis muslos estaban mojados con el flujo que salía de mi coño y yo notaba un calor tremendo saliendo de mi entrepierna. Mi hermano se la peló rápidamente y no tardó ni medio minuto en correrse, pero esta vez no le dio tiempo a poner ningún pañuelo y las gotas cayeron directamente sobre el sofá y el suelo. No me importaba. Casi me daba pena que no me hubiera dado, con su leche caliente, en las nalgas o en las tetas. Su comida había sido deliciosa. No sé si hago bien o hago mal. A mí, por ahora, no me molesta. El próximo día volveré a fingir sueños eróticos y le diré que me la ponga en la boca. Me juego euros contra pesetas a que se corre antes de un minuto... Es tan cándido, que no podrá aguantar ni un asalto. 
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