Anita de tus deseos (capitulo 8)
Fecha: 06/07/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
Papá me hizo bajar del coche tirando de la correa del collar de cuero que previamente me había puesto en el cuello. Me grababa con una cámara de video. El collar era ancho e incómodo y me obligaba a tener el cuello muy estirado, y solo podía girarlo con dificultad.
Hacia fresco a pesar de ser agosto, seguramente consecuencia de los montes cercanos. Cuándo descendí del coche, papá me hizo quitar el vestidito que llevaba y los pezones se me pusieron duros cómo piedras. Me quede completamente desnuda, solo con las sandalias de doce centímetros de tacón: ya había salido sin ropa interior del camping.
Eran las dos de la madrugada y estábamos en un polígono industrial del extrarradio, dónde, en algunas zonas, trabajaban a destajo una nube de putas de todas las razas. Papá, había estado hablando con uno de los chulos y desde el coche vi cómo le daba algo de dinero. Después, nos situamos en el extremo de la calle dónde no había nadie trabajando.
Me puso unas muñequeras de cuero y las unió por la espalda. Tirando de la correa me hizo pasear por la calle. Estaba aterrorizada y excitada a la vez: posiblemente más lo último. Cuándo paró el primer coche se me aflojaron las piernas y sentí una punzada en el clítoris.
—¿Y esa? —preguntó el desconocido a través de la ventanilla.
—¿Qué la pasa? —respondió papá apoyando la mano en el techo del coche mientras con la otra mantenía sujeta la correa de mi collar.
—¡Joder! Que la llevas atada.
—Es que hay que domarla antes ...
... de ponerla a trabajar. Es un poco desobediente, ya me entiendes.
—Entonces, ¿no está trabajando?
—Todavía no ¿te gusta?
—Ya lo creo, esta buena de cojones y se la ve muy jovencita.
—Tiene diecinueve añitos, —y sobeteándome las tetas añadió—: y sí, está muy buena.
Yo ya estaba muy excitada, pero con la conversación me puse al borde del orgasmo. Noté cómo mis fluidos empezaban a resbalar por el interior de mis muslos y papá también se percató.
—Es una puta muy salida, mira cómo está ya, —dijo papá obligándome a separar las piernas ante el desconocido que flipaba en colores.
—¿Cuánto quieres por ella? —al oír la pregunta no lo pude evitar, se me contrajo el abdomen se me agito la respiración y me corrí cómo una perra, ante la satisfacción de papá y el asombro del desconocido.
—Ya te he dicho que no está trabajando.
—Doscientos euros por chupármela.
—No, no insistas. Sigue la calle, más adelante veras a sus compañeras. Seguro que encuentras alguna que te guste.
—Ya, pero es que yo quiero a esta zorra y suelo conseguir lo que… —hizo ademán de abrir la puerta, pero desistió. Papá se levantó un poco la camisa y enseño al desconocido la cacha de la pistola que llevaba metida en la cintura del pantalón.
—Te repito que sigas más adelante: es lo mejor para todos, —dijo papá con una sonrisa y mirada penetrante.
—Vale, vale, tranquilo: ya me voy. Pero es una pena, podría llegar a los trescientos, —papá no dijo nada mientras mantenía la mirada al ...