Anita de tus deseos (capitulo 8)
Fecha: 06/07/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: cleversex, Fuente: CuentoRelatos
... el peldaño para subir a la auto caravana. Me llevó a la cama, que ya estaba abierta y apoyé la espalda en su pecho mientras tecleaba en la Tablet. Entonces dio a reproducir un video y vi el cuerpo desnudo e inerte de mama, y a un tipo grande, gordo, peludo y de aspecto repulsivo, al menos eso me pareció a mí, que la manejaba cómo si estuviera muerta. El tipo la tenía en brazos y paseaba por la habitación: a mama se la veía muy pequeña a su lado. Cada cierto tiempo, el tipo elevaba los brazos y le besaba las tetas y el cuello. Después, la deposito en el suelo, acercó una silla y se estuvo masturbando con los pies de mama.
Empecé a ponerme cachonda y papá alojó su mano en mi vagina empezando a estimularme. No vi más, cerré los ojos y notaba cómo si la habitación se moviera. Tuve un orgasmo extraño, raro, ni siquiera sé si lo fue, aunque creo que me corrí.
Aparecí por la puerta de la auto caravana dando tumbos, y deslumbrada por la luz del sol. Fallé al poner el pie y me fui para abajo dándome un golpe impresionante: me caí de cabeza.
Papá, que estaba en la tumbona leyendo su libro, se asustó mucho. Se levantó de un salto y me ayudo a incorporarme. Tenía un rasponazo en el lado derecho de la cara, a la altura de la sien y me dolía un poco el hombro. Me ayudo a sentarme en una silla y me estuvo limpiando la herida.
—Se te va a poner el ojo que se van a creer que te he dado una hostia.
—Me da igual.
—Ya, pero a mí no.
—¡Joder! Y con lo que me duele la ...
... cabeza, —me quejé.
—Es que te has dado una buena leche, además de lo que bebiste anoche, —dijo papá entregándome un par de comprimidos de ibuprofeno y un vaso de agua—. Tomate esto: te ira bien para la hostia y para la resaca.
—¿Qué hora es? —pregunté después de tomarme los comprimidos.
—Las cuatro.
—¡Las cuatro! ¿pero por qué no me has despertado antes?
—¿Despertarte? Pero si has roncado y todo.
—¡Yo no ronco!
—¡Joder que no! pero si han venido de la recepción a preguntar que se estaba rompiendo, —me dejó con la boca abierta.
—Eso no es cierto: no ha venido nadie, —papá soltó una carcajada y levantándome me abrazó mientras me besaba. Me cogió de la mano y tirando de mí entramos en la auto caravana. Nos tumbamos en la cama y entonces me percaté de la enorme erección de mi papá.
—¡Hala! ¿Y eso?
—¿Cómo qué y eso? Que desde que regresamos del polígono no te he vuelto a oler. Y anoche te hice un dedo y te quedaste trincada.
—¡Jo! Papa. Lo siento.
—Pues te vas a cagar: pienso estar follándote toda la tarde, —y sin más palabras se puso sobre mí y me penetró. Me folló con furia, con saña, mientras me mordía el cuello y me morreaba. Se corrió rápido, y por poco no lo hace antes que yo.
Efectivamente, estuvo toda la tarde follándome, o estimulándome, con manos o aparatos electrónicos, por la boca, por el culo o por la vagina.
A eso de las diez de la noche estaba agotada y papá me dejó tranquila por ese día.
El resto de las vacaciones fueron muy ...