1. Elena (A.C.) - mi masoquista II


    Fecha: 10/07/2019, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... cerveza oscura de barril. Sobra decir que, pese a haber llegado a medio día, a las 3 de la tarde ya estábamos un poco ebrios. En un momento dado, debido a mi inhibición, me acerqué a ella y por debajo de la mesa toqueteé descaradamente su vagina y para mi alegría, ella jamás cerró sus piernas; muy al contrario, las abrió más para facilitarme la maniobra y mientras me miraba a los ojos con una leve sonrisa llena de lujuria, suspiró dulcemente.
    
    Jugaba y frotaba su bella vulva sobre el pantalón, mientras seguíamos conversando o de repente nos besábamos. La mesera, cuando cayó en cuenta de lo que hacíamos, nos soltaba miradas de desprecio e indignación. Eso nos divertía enormemente y cada vez nos descarábamos más, hasta que noté que hablaba con uno de los dueños del local. Pedí la cuenta y nos movimos a un billar, para seguir tomando y disfrutando de aquel ligero exhibicionismo.
    
    En esa ocasión no llevaba auto (estaba en el taller) y A.C. hizo otro tanto en el traslado de la pizzería al billar dentro de un taxi. Ambos estábamos completamente desinhibidos y completamente calientes. Sólo al subir, tomó posesión de mi verga y, aunque nunca la sacó del pantalón, me masturbaba y de vez en vez, se agachaba y la besaba, mientras yo estrujaba descaradamente esas potentes nalgas que tenía.
    
    Llegando al billar ordenamos una cubeta de cervezas (Victoria… porque esa marca es su favorita) y comenzamos a jugar. Ambos decidimos bajarle los ánimos un poco, pero era prácticamente ...
    ... imposible. Ella me provocaba cada vez que tiraba. Traía una blusa negra escotada y sin importar que yo o cualquier persona en el billar observara sus tetas, que, al inclinarse, salían a relucir. Incluso, se demoraba más de lo suficiente para que yo la viera. En ocasiones, me daban arranques de lujuria y la besaba y manoseaba por todas partes durante unos instantes, para después soltarla y alejarme. Ella también lo hacía. Un delicioso tormento que ciertamente nos divertía.
    
    Cuando miré el reloj eran cerca de las 7 de la noche y el alma se me cayó a los pies, puesto que ella tenía que regresar a su casa a las 8. Sin dinero para abordar un taxi, nos dirigimos al metro más cercano: C.U. Ahí, hicimos otro tanto, presas de nuestro mutuo deseo y el alcohol que corría en nuestra sangre. Nos fuimos al último vagón e iniciamos un suculento “faje”, completamente ajenos al mundo exterior que nos rodeaba. Conscientes de que podría ser extremoso coger ahí, en un vagón semi abarrotado de gente, decidimos sólo besarnos y tocarnos descaradamente. Al tocar su entrepierna noté que estaba encharcada a pesar de traer un grueso pantalón de mezclilla. Mi verga estaba a punto de explotar y amenazaba, literalmente, con agujerar mi pantalón. Ella me acariciaba fuertemente por encima y con otra mano en ocasiones, tomaba mi nuca. Yo era alguna especie superior a un pulpo, pues recorría su cuerpo, tocaba, estrujaba, amasaba. “Respeto, por favor”, “váyanse a un hotel, por Dios”. Recibimos ciertos comentarios de ...
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