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Elena (A.C.) - mi masoquista II
Fecha: 10/07/2019, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... azul que delataba la aproximación de los policías. Ella parecía haberlos visto también, pero no se despegaba de mi pene. Rogando que la leve oscuridad de la calle pudiera cobijarnos de aquella patrulla, seguimos en lo nuestro. Justo cuando la patrulla pasaba frente nosotros pensé que no nos había visto; avanzó unos metros más, pero se detuvo y el oficial asomó la cabeza mirando directamente hacia nuestra posición. Al instante, la empujé, la ayudé a levantarse y echamos a correr en dirección contraria luchando porque nuestros pantalones no cayeran. Cuando estuvimos fuera del alcance de los policías, nos paramos a respirar, nos miramos a los ojos con la respiración agitada y al mismo tiempo, echamos a reír. Reímos como nunca en aquella ocasión. Largo y tendido. Cuando callamos, ella metió casi toda su mano a mi boca y pude sentir el inequívoco sabor de los jugos femeninos. Que delicia. —Mañana no tengo mucho tiempo libre, pero calculo que tendremos unas buenas 4 horas – me dijo cuando llegamos a su casa – y yo creo que es tiempo suficiente para me cojas como es debido. —No nos da tanto tiempo para eso si vamos donde siempre – le expliqué. —Estaba pensando en algo más cerca… - respondió y señaló con su vista un hotel de mala muerte que estaba a una calle y media de su casa. —¿Estás segura? – pregunté con mis propias reservas —Pues lo único que me interesa es que esté limpio – respondió segura. —Si tú lo dices… - acepté de mala gana y respondí con cierto ...
... sarcasmo y doble sentido – mañana vamos a “El Paraíso”. Tan sólo entrar a la habitación, la empujé con fuerza hacia la cama y prácticamente le arranqué el pegado pantalón de mezclilla que llevaba. Ante mi aparecieron las más preciosas piernas que había visto en algunos años acompañados de unas braguitas de satín y una pequeña mata de pelos que me invitaba a clavar mi boca sobre ellos. Ella se dejó hacer mientras sonreía. Dos sonoros golpes cayeron sobre esos jamones seguidos de un delicioso gemido de places. —Desnúdate completamente – le ordené separándome de ella. —¿Y tú qué? – me preguntó mientras se despojaba de la blusa negra que llevaba. Sin responder a su pregunta, me desnudé a la velocidad del rayo y me senté en un pequeño sillón frente a ella, mientras la veía tendida en la cama y me masturbaba lentamente. Se había quitado todo y me esperaba con las piernas separadas, ofreciéndome abiertamente su vagina. Aun a la vista, se notaba que estaba encharcadísima. Me levanté lentamente sin dejar de mirar sus bellos ojos cafés. Me hinqué y aspiré con fuerza el olor de la impotente hembra que se rendía ante mí. ¡Vaya olor más delicioso! Sin más, le practiqué un obligado oral que ella me agradeció con gemidos. Así estuve como por 20 minutos y tres dedos más hasta que, con un gemido más parecido a un susurro, mi boca se inundó del más delicioso de los néctares. A.C. me apartó violentamente de ella, cerró sus piernas y se colocó en posición fetal, aun gimiendo, presa de ...