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Elena (A.C.) - mi masoquista II
Fecha: 10/07/2019, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos
... esos cuando ella jadeaba como toda una perra en celo. Sólo alcanzábamos a reír y continuar con aquel delicioso magreo hasta que llegamos a nuestro destino. A unas cuantas calles de su casa miré el reloj y milagrosamente habíamos hecho 40 minutos desde las áreas circundantes del E. Azteca a la famosa colonia que se relata en el buen libro de José Emilio Pacheco: “Las batallas en el desierto”. Ella me vio hacer ese gesto justo cuando veníamos saliendo de la estación del metro Chilpancingo, y me susurró al oído: “aún estoy muy caliente… tenemos 20 minutos para hacer algo… ven”. Tomó mi mano y me guio hasta una calle pobremente iluminada a un par de cuadras de ahí. Eligió un pórtico sin luz de las casas que había sobre la calle y se desabrochó el pantalón mirándome a los ojos. —Oye, no podemos coger aquí… es muy arriesgado – le dije – aunque ganas no me faltan. —¿Quién habló de coger? – me dijo ella con una sonrisa Metió su mano, se masturbó unos segundos y sacó sus dedos empapados de sus jugos y me los metió a la boca. Yo, chupé con ansias. —Quiero que me dejes bien limpia la mano después de lo que voy a hacer… - me ordenó —¿Y qué se supone que vas a hacer? – le pregunté Sin previo aviso y con una rapidez que me sorprendió, me desabrochó el pantalón y lo bajó lo suficiente para sacar mi verga, se agachó al instante y comenzó una mamada de antología. Ebrio como estaba, la dejé continuar, dado que en condiciones normales no lo habría hecho. Cuando mis ojos ...
... se acostumbraron a la leve oscuridad de la calle, noté que ella se masturbaba de manera frenética mientras engullía con afán mi inhiesto instrumento. Sin embargo, no se metía lo suficiente de mi verga en su boca para dejarme satisfecho. Ella no lo hacía nada mal… de hecho, diría que después de cierta mujer, ella quedaría en el segundo puesto en cuanto a habilidad de felación… y yo diría que he probado muchísimas bocas. Suavemente, pero con firmeza al mismo tiempo, tomé su cabeza y la empujé con fuerza cuando bajaba hacia mi verga. Ella tuvo una arcada de inmediato, pero no obtuve la habitual resistencia que oponía cada vez que me la mamaba. “Odio vomitar o sentirme ahogada y si me trago tu verga completa alguna de las dos puede pasar… mejor nalguéame y cógeme, ya después te la limpio, aunque sea no más la punta”. Siempre me decía algo así y me la mamaba pobremente, pero esa noche no hizo nada de aquello. Le solté la cabeza, se separó de mí y me miró a los ojos, sonriendo mientras volvía a engullir mi verga y con una de sus manos, guiaba la mía para que hiciera presión sobre su cabeza. Aquella acción casi me hace explotar en un orgasmo. Pero aguanté y comencé, literalmente, a follarle la boca. ¡Vaya que extrañaba eso! Ella tenía arcadas de cuando en cuando, pero aguantó bien aquel maltrato. Yo estaba en la gloria y ella no dejaba de masturbarse. Pasaron alrededor de 5 deliciosos minutos hasta que, en mi vista periférica, noté a mis espaldas el inequívoco fulgor rojo y ...