1. Elena (A.C.) - mi masoquista II


    Fecha: 10/07/2019, Categorías: Gays Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... un poderoso orgasmo. Era mía. Generalmente, respetaría su tiempo de placer, pero nuestros parámetros en la relación ya eran bastante obvios.
    
    Me acomodé junto a ella y apliqué el termino mejor conocido como “cucharear”. Ella intentó alejarme con sus manos, pero impuse mi fuerza y la sometí. Me moví con fuerza y firmeza, pero lentamente. Ella seguía forcejeando, pero al poco rato se dejó hacer y ella misma me abrió las piernas para facilitar la posición. Agarré uno de sus pechos y lo apreté con fuerza desmedida mientras la escuchaba gemir sin parar. “Te amo”, le susurré al oído y acto seguido, le aprisioné el pezón con aún más saña. Gritó de dolor, pero no quitó mis dedos. Aquello casi me hace explotar en un orgasmo. Le solté el pezón y me dirigí a su monte venus, para estimular suavemente el clítoris mientras la seguía penetrando.
    
    Alterné su clítoris y los pellizcos de sus tetas durante un par de minutos y sin previo aviso, explotó nuevamente en un nuevo orgasmo.
    
    —¡No mames, espérame tantito! – me grito entre jadeos y empujándome
    
    —Pero si yo todavía… - respodí
    
    —Shhhh, dame chance y te dejo hacerme lo que quieras después – me propuso entrecortadamente.
    
    —¿Lo que quiera? – pregunté en un tono inequívoco de venganza.
    
    Ella asintió y la dejé ahí, tumbada por al menos unos dos minutos. Yo me masturbaba lentamente y aproveché para tomarle una foto con mi celular (que aun guardo celosamente). Ella se mantuvo ajena hasta que se incorporó y, sonriendo, me plantó ...
    ... un riquísimo beso de lengua que jamás olvidaré. Se replegó hasta la base de la cama y abriéndome las piernas nuevamente, me preguntó: “¿qué quieres hacerme?”.
    
    Le dije que se quedara así, en esa posición, con las piernas siempre abiertas y que aguantara. Me coloqué junto a ella, de pie, junto a la cama, me incliné un poco y le solté un fuerte azote en toda la vagina. Fue uno bastante fuerte, pero ella solo gimió. La miré y ella correspondió con una sonrisa y descaradamente, subió un poco más su obscena vulva, indicándome que quería más. Le solté otro golpe con la mano abierta, pero éste fue un poco menos fuerte. No gimió ni nada. Solté tres golpes rápidos con la misma intensidad que el segundo y nada.
    
    —Más fuerte – me dijo con una lujuria que sólo había escuchado en una persona.
    
    —¿Segura? – le pregunté con la verga a punto de estallar.
    
    —Mucho, mucho más fuerte – fue su respuesta.
    
    Al instante descargué dos golpes muy fuertes. Soltó un gemido más fuerte, pero no cerró sus piernas. Otros tres golpes con fuerza desmedida sobre su coño y cerró sus piernas. La miré con una ceja levantada y noté que estaba con los ojos cerrados y los puños apretados, pero casi al instante las volvió a abrir y me miró con una cara de dolor y placer que aún recuerdo hasta hoy. Continué por unos 15 golpes con brutalidad sobre su vagina y, aunque a veces, cerraba las piernas, las volvía a abrir poco después. Gritaba, aunque no sabría decir si de placer o de dolor, pero imagino que fue de ...
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