*¡PROFE, CIERTO QUE NO ESTOY BORRACHO!*
Fecha: 10/07/2019,
Categorías:
Masturbación
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... cuando no había nadie y sacó de su bolsillo un teléfono celular nuevo y yo me imaginé lo peor…Luego hablé con quién se lo había regalado y tras la reposición de equipo, lo dotó de teléfono para que estuviera más unido al grupo. Cada que tenían un gesto amable con él, yo me sentía con más obligaciones con Sebastián. Para completar, ante su familia yo comencé a gozar de buen prestigio y reputación y eso me obligaba a ser más responsable y cuidadoso con él. Ese día se acostó en uno de los sofás de la oficina a jugar con el teléfono, solo estábamos él y yo, estaba sin camiseta, se había quitado los tenis y su apretada pantaloneta dejaba marcar ese bultito que ya no es el de un niño. De pronto lo volteo a mirar y estaba altamente concentrado y de repente bajó su mano e hizo presión sobre aquel bulto marcado, yo respiré y mandé un trajo de saliva mientras pensaba “esa mano fuera mía”, seguí escribiendo en el mi pc pero la tentación no me dejó, me pare tomé un vaso con agua y decidí mirarlo de reojo. Él no me miraba y era tan inocente que no se percataba de mis miradas, volviendo a pasar su mano sobre su bulto que cada vez crecía. No me aguanté las ganas y fui hasta donde estaba y ciertamente se acomodó para que yo no le notara su erección. Se sentó por un momento y apagó el teléfono, poniéndome dialogo. Con esa acción, supe qué estaba viendo. Le dije se acostara de nuevo así como estaba anteriormente, que estaba como en casa; al costarse de nuevo ya no había erección y su teléfono ...
... ya estaba en whatsapp con sus amigos, así que perdí el impulso de verlo como quería. Sin embargo me arrodillé mientras dialogaba con él y me mostró lo que estaba haciendo en el móvil y no había nada de porno ni malicia. Seguí arrodillado junto a él y pasé mi mano por su abdomen tratando de llegar hasta lo que era su pequeño bulto, pero antes que lo alcanzara a tocar retiró mi mano, por lo que sentí sonrojarme. Se sonrió, me miró sonrojado. Presenté disculpas por mi atrevimiento y me fui a mi escritorio, posteriormente lo mandé a la panadería a comprar refrigerio, me ayudó a realizar unos documentos y luego se fue a su casa. El tiempo pasó y un día llegó a mi casa en ropa deportiva un poco ceñida al cuerpo y algo sudoroso, se descalzó en la alfombra, se quitó su camiseta y se la llevó al hombro mientras tomaba un refresco sentado en el piso. Me acerque para sentir esa aroma rica a sudor que me excitó, pues hacía mucho tiempo no la disfrutaba. Luego al llevar el vaso a la cocina, se acercó y me dio un abrazo de agradecimiento yo le acepté con tanto gusto que al sentir de nuevo su olor y abrazar su abdomen tomándolo por la cintura porque yo estaba sentado, mi piel se puso como de gallina, se me erizó y respiré profundo. Sebastián insinúo: ¡ui, que te pasó! Le dije ¡nada! Y seguí en mi actividad. Pasó mucho rato, me pidió permiso para ducharse, cenamos vimos un partido de fútbol pero cuando se estaba quedando dormido lo desperté para que se fuera a casa. Mi tentación de tocarle ...