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Si no queda otra
Fecha: 30/08/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: DiegoP1, Fuente: CuentoRelatos
Mi compañero de facultad, Guido y yo fuimos a un pueblo en el interior a realizar una rotación de prácticas que exigen en la carrera para poder sacar el título. Nos hospedamos en una casa de rotantes que tenía convenio con la universidad durante el tiempo que duraba la rotación. Al llegar a la cada nos encontramos con Laura, una estudiante de Asistente Social que también estaba haciendo unas prácticas en el hospital de la zona. No era una mujer muy llamativa. Bastante delgada, unos pechos más bien pequeños y un trasero que no resaltaba mucho. Sin embargo su rostro era bonito sin llegar a ser precioso. En un momento en que quedamos solos mi amigo bromea diciendo que podríamos haber tenido mejor suerte y tener una acompañante que esté más buena a lo que yo le respondo que en un par de días la comenzaríamos a ver con otros ojos. Ella se encargó de mostrarnos la casa y nos indicó cual sería nuestra habitación, Guido y yo compartiríamos una pieza mientras ella utilizaba la contigua que tenía una cama doble. Nos comentó que al ser un pueblo chico no había mucho movimiento y las tardes eran bastante aburridas y que se alegraba de tener con quien hablar para variar. Los primeros días pasaron con normalidad. Con mi amigo salíamos de las prácticas a las 2 de la tarde y nos íbamos a recorrer el pueblo. Por la noche cenábamos los tres juntos. Los días pasaban bastante monótonos ya que Laura no era una muchacha muy avispada con la que se podrían tener charlas muy ...
... profundas. Por el contrario ella se notaba muy contenta con nosotros, se mostraba muy servicial con nosotros, siempre se ofrecía a lavar los platos luego de comer, nos preparaba el desayuno y trataba de sacarnos charla constantemente. Al principio pensé que era por todo el tiempo que estuvo sola y que disfrutaba de nuestra compañía. Pero con el tiempo comencé a notar que en realizad buscaba otra cosa, hacia bromas un poco subidas de tono, comentaba que extrañaba a su novio, tener un hombre en la cama (no a su novio, sino un hombre). Eran sutilezas más de lenguaje corporal que de hechos puntuales. Al pensarlas en frio me doy cuenta que fue más bien por instinto que lo supe (o solo calentura y las imagine). Lo importante es que sentía que buscaba sexo. Habiendo pasado una semana en ese lugar mi calentura era mayúscula. La última vez que había estado con una mujer había sido una semana antes de viajar. En el pueblo no había ni una mujer que fuese atractiva ya que la mayoría de nuestra edad viajaba a las ciudades a estudiar o trabajar. Para colmo el hecho de compartir habitación hacia que no pueda masturbarme a gusto. Con todo esto Laura realmente comenzó a parecerme una buena opción. Con mi amigo nos confabulamos para compartirla. Ese fin de semana iniciamos nuestro plan, calentarla todo lo posible. Mientras lavaba los platos nosotros la apoyábamos por detrás con la excusa de ir a buscar algo a la despensa. Bromeábamos con ser muy amigos haciendo que cualquier excusa era buena para ...