1. Mi nuera, mi amante, mi puta. Parte 1


    Fecha: 26/07/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos

    ... con sus sensaciones. Quien puede saber cómo ahogó los alaridos internos, el bramido de la pasión estalla en mil pedazos.
    
    Retomaba el ritmo de lamidas, ella volvía por los fueros del orgasmo, varias veces repetí el tratamiento para permitirle desahogarse. Venirse en mi boca fue lo máximo. Arrodillado entre sus piernas, santifico a mi hembra.
    
    Hicimos penitencia del pecado carnal, en silencio, tiembla por la acabada, breve pero intensa, cargada de sensualidad y delirio. Nos despedimos con toda la discreción y sigilo que habíamos olvidado un momento antes.
    
    La mañana del domingo, desperté tarde, totalmente excitado, no tenía bien en claro si el encuentro con Sara fue real o parte de un delicioso sueño, difícil de conciliar la realidad con los sucesos acaecidos en esa noche de pecado.
    
    Nos cruzamos en la cocina, en el desayuno, cada quien llegaba cuando se levantaba, ella y yo parecía que acordamos hacerlo temprano, nos miramos silenciosos y expectantes, tomé la palabra y dije:
    
    —¿Sara, esto nos pasó de verdad?
    
    —Sí, claro y volverá a pasar cuando lo quieras…
    
    —Ah… ¡qué bueno! - haciendo un gesto algo obsceno pero gentil, - Y… ¿como cuando sería eso?…
    
    —Te parece… en algún momento del día, ¿antes de volvernos? - Asentí.
    
    Antes de la hora del almuerzo me pidieron fuera a comprar más vino, estaba saliendo cuando Sara se subió al auto.
    
    —Vamos rápido por la compra y luego… estacionas en algún sitio apartado… y… ¿para unos mimos…?
    
    Me gusta lo directa que es, ...
    ... lo simple que hace lo complejo. En el regreso desviamos por ese camino de tierra nadie lo transita, más arbustos que camino, era como un escondite de dos adolescentes fuera del mundo. En el asiento de atrás de la camioneta nos desnudamos, a las apuradas, y la recibí, tendido en el asiento, el miembro tan duro y enhiesto como húmeda y apretado era su refugio para esconder mis ganas de ella. Dejé que tomara la iniciativa, que fuera amazona y guerrera, desenfreno y lujuria, voluntad y ganas.
    
    Tanta energía, disfruté ver como esa mancha de vello casi negro sube y baja rodeando mi vara de carne, agasaja a la verga, incitarla y provocarla para robarle la calentura. Un pecho en cada mano, contenidas y estrujadas, gozaba de ver a mi hembra subir y bajar con el glande rozando el fondo del útero cada vez que aterriza toda empalada.
    
    No puede contener el gemido angustiante y feliz que dibuja el orgasmo en sus mejillas enrojecidas, elevarme y sujetar sus caderas para golpear en el fondo de su sexo, prolonga ese orgasmo tan trabajado. Detenerme, seguir, detenerme, seguir, es el modo de incitarla, de llevarla al abismo y hacerla saltar al vacío, ebria de goce voluptuoso.
    
    Se dejó, empalada, sostenida en mis manos, entregada en cuerpo y alma al macho que la volvió al placer de la carne. Casi sin salirme, giramos, con dificultad, hasta quedar sobre ella, dentro de ella, piernas elevadas sobre mis hombros, abierta, expuesta en su indefensión, dominada por la fiebre del sexo.
    
    —¡Dame, ...
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