1. Cuestión de tamaños


    Fecha: 29/07/2019, Categorías: Erotismo y Amor Autor: dulces.placeres, Fuente: CuentoRelatos

    No habían pasado muchos hombres por mi vida, no soy de esas que en el primer encuentro terminan en la cama y necesito cierta afinidad para hacerlo.
    
    Tenía un poco más de veinticinco cuando me casé con Esteban, mi esposo hasta el día de hoy, pronto llegarían nuestros dos hijos, cuando aún no cumplía treinta.
    
    Y no tenía motivos para quejarme, una madre feliz, buena y fiel esposa, solo tenía ojos para mi familia y mi vida giraba en torno a ellos, digamos una típica historia, una vida sin sobresaltos.
    
    Al llegar a los treinta y cinco mis niños ya estaban bastantes crecidos como para buscar mi futuro fuera de casa, la situación económica no era lo mejor por esos días y un nuevo ingreso monetario se hacía más que necesario.
    
    Por recomendación de una amiga entré a trabajar en una importante inmobiliaria de la zona, así que dejaba los chicos con mamá mientras yo cumplía con mis nuevas obligaciones.
    
    Como dije, la inmobiliaria era bastante importante y popular, cada uno atendía solo una parte del porfolio, por lo que pronto me asignaron una cartera de clientes, con lo cual se pretendía un trato un poco más personalizado y cálido.
    
    Así entre tanta gente, conocí a Christian Miralles.
    
    Christian era un joven de no más de treinta años, un tipo tocado por la barita mágica del destino, siempre vivió en la opulencia de su padre, quien tenía dinero para vivir diez vidas seguidas. Supe que entre otras, tenía inversiones en siembras, en coches, en bodegas vitivinícolas y ...
    ... obviamente en el ramo inmobiliario.
    
    Cuando me hicieron cargo de su cuenta tenía cerca de cuarenta propiedades ofrecidas en alquiler y su hijo era quien se hacía cargo de toda esta porción del negocio, era con quien negociaba los valores, con quien discutía los problemas, era quien manejaba el dinero y era el referente de toda la situación
    
    Christian era un muchacho pedante, empapelado en sus billetes, se notaba que le gustaba vivir la vida y prefería pasar largas horas en gimnasios, broncearse al sol y disfrutar copas con amigos y mujeres. Siempre venía en su coche descapotable, con un look informal y siempre con una compañera nueva de turno.
    
    El desgraciado parecía ser un afortunado en todo sentido, era un tipo muy bonito, alto, rubio, de cabellos enrulados, ojos delgados, de mirada penetrante, una mandíbula cuadrada, demasiado varonil, de labios perfectos que parecían dibujados a mano, de ancha espalda y gruesos bíceps en los que lucía llamativos tatuajes, usaba un perfume importado que era imposible no sentirse abstraída por el mismo.
    
    En algún punto el me intimidaba, porque su acostumbrada soberbia lo hacía sentirse en un plano superior, él me hablaba en forma cómplice y sugerente, de esa forma que las mujeres sabemos que es peligroso seguir el diálogo, estaba claro que su objetivo final era llevarme a la cama, se respiraba en el ambiente en nuestros encuentros.
    
    El me miraba como mira un lobo a una oveja, y yo no intentaba provocarlo, es que soy bastante culona y ...
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