“Que no oiga mi abuelitaaahhh!!!”
Fecha: 05/08/2019,
Categorías:
Jóvenes
Autor: hymenator, Fuente: RelatosEróticos
... recibía mis besos.
Mis manos seguían recorriendo los torneados muslos de mi chica y así fui pasando por todos su piel suave hasta que coloqué mis manos entre sus dos piernas y entré en contacto con su calzoncito, precisamente a la altura de su huequito del amor.
Cuando empecé a meterle mis dedos bajo su calzón, que por primera vez note humedecido y pegajoso, intentó detener mi mano para evitar que avanzase, y se puso de pié dejándome sentado en la banca con mi pichula recontra dura, pero se notaba que mis caricias y besos ya le estaban gustando más de la cuenta; así que me paré frente a ella, la miré a los ojos y cuando bajó sus párpados ante mi mirada sólo consiguió que la atrapase entre la pared y mi cuerpo y recostada en ese oscuro callejón seguí besándola y toqueteándola por todas partes, inclusive debajo de su falda.
Entonces se prendió de mi cuello y dejó que la besase mientras mis manos le seguían subiendo la falda, esta vez ya no sólo para tocarle las piernas sino para meter mis manos bajo su calzoncito y cogerle su terso culito por el que estaba loco.
La tibieza de su cuerpo y la tersura de su piel pusieron nuestras hormonas a hervir y mientras besaba su cuello y le desabotonaba su blusa para acariciar sus pechos, le dije sin siquiera haberlo pensado “vamos a hacer la física” (así solíamos decir para referirnos a hacer el amor), y ella entre excitada y sorprendida me respondió “¡qué!”, pero no me corté y seguí insistiendo “si tú me quisieras también lo ...
... desearías” y cosas así, pero al comienzo no respondía y yo seguí insistiendo para que me dejase hacérselo hasta que se me ocurrió decirle “mira otro día así como hoy no va a haber; así que tu dime, si me quieres lo hacemos y sino mejor terminamos esto ahorita”. Ella puso carita triste como si fuera a llorar y musitó”yo si te quiero, ve por diosito”
Yo continué con mi insistencia mientras no paraba de besar sus labios y acariciarla por todos lados, luego me abrasó y yo la volví a besar y así seguimos un rato más hasta que las ganas nos dominaron y cogidos de la mano cruzamos una raída cortina que separaba al callejón en que nos encontrábamos de un dormitorio en el que ella me entregaría su virginidad.
En el interior de aquella inolvidable habitación descubrí dos camas y una ventana en el techo a modo de tragaluz, muy común en las casas de nuestro pueblo, que iluminaba sólo una parte del dormitorio dejando a media luz la otra parte. Precisamente a ese lado poco iluminado me llevó y nos sentamos en el borde de aquella cama que estaba al fondo de la habitación.
Ambos estábamos bastante nerviosos. Aquella calentura de hacía unos minutos atrás parecía haber desaparecido dejándonos inquietos, mudos, temerosos y al mismo tiempo ansiosos.
En algún momento pensé en irme de allí y olvidarme del asunto porque no quería forzarla y sentía que lo estaba haciendo, pero sabía que si lo hacía jamás tendríamos otra oportunidad igual y posiblemente ella con el tiempo me odiaría por no ...