-
“Que no oiga mi abuelitaaahhh!!!”
Fecha: 05/08/2019, Categorías: Jóvenes Autor: hymenator, Fuente: RelatosEróticos
... habérselo hecho ese día, así que me acerque a ella y volví a besarla. Allí sentados en la cama éramos dos críos jugando a convertirnos en adultos. En ese momento tome la decisión de no parar hasta hacerla mía así que continué besándola y tocándola, pero esta vez con mucha suavidad como si quisiera acariciar sus labios con los míos y al parecer le gustó. Así estuvimos unos minutos besándonos y diciéndonos cosas tiernas que afortunadamente la relajaron y volvieron a ponerla a tono. Los minutos fueron pasando y poco a poco la calentura de nuestros años hizo lo suyo y los besos cargados de pasión volvieron a atraparnos y nuestros cuerpos respondieron al deseo de hacer realidad nuestro amor. Lentamente fuimos cayendo sobre las sábanas de su cama y apoyados sobre nuestros costados seguimos acariciándonos; esta vez claro esta mis manos hurgaron entre sus ropas con más avidez y no tardé en subirle la falda hasta dejar a la vista su calzón, permitiendo que mis manos tomaran contacto con sus preciosas nalgas y comencé a apretujárselas. Ella comenzó a jadear con tal excitación ante mis caricias que de no ser por el volumen del televisor y por la avanzada edad de la viejita de seguro que la abría escuchado. En un arranque de lucidez Paulita me advirtió “modérate que nos va a oír mi abuelita” y yo por toda respuesta callé sus labios con más besos. No es de extrañar que a esas alturas nuestras ropas ya estaban estorbándonos demasiado, así que yo fui el primero en quitarme la ...
... camisa y ya arrodillado sobre la cama le saqué los zapatos a Paulita sin desatárselos y cogiéndola de las piernas la acomodé a mi gusto sobre su cama, le remangue nuevamente lo más que pude su falda, le separé sus piernas a mi gusto y se las doblé por sus rodillas hasta sus pechos, dejando a mi vista su precioso calzoncito negro que en ese momento me excitó una barbaridad por el contraste que hacía con su piel blanquita; luego acople mi cuerpo al suyo, para besarla y comencé a moverme sobre ella como si estuviera follándola. Eso la puso recontra arrechita, tanto así que comenzó a moverse a mi ritmo y a jadear como loca hasta que nuevamente su preocupación por su vieja bisabuelita la hizo reaccionar y aunque con la voz enronquecida y entrecortada me dijo “cálmate, que mi abuelita nos va a escuchaaarrr…aaaaaaahhhhhh”; así que igual que en la vez anterior sólo atiné a besarla para que no me reclamase lo que ella también estaba gozando. Nuestros cuerpos a esas alturas sólo parecían gritarnos que fornicáramos ya; así que sin pedirle permiso y sin dejar de besarla le metí mis manos bajo sus nalgas y casi de un tirón le bajé su calzón para hacerla mi mujer. Ella apenas se quejó con un “auch!!!” que nadie escuchó y luego desabotoné mis pantalones y los bajé hasta más debajo de mis rodillas junto con mis calzoncillos, mientras ella yacía sobre su cama, sin calzones, con la falda bien subida, abierta de piernas y con su rajita aún virgen expuesta ante mi amenazante verga. Se la ...