1. Tres relatos de sexo


    Fecha: 06/08/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    Un desconocido muy persuasivo
    
    Su expresión no era muy diferente a la que tenía cuando le entregaban la cuenta en un restorán: una media sonrisa con la mirada penetrante dirigida al mozo de turno. Incluso la postura era similar, ya que, igual a cuando está en un restorán, debía levantar la cabeza para observar al otro, que, erguido, la superaba por varias cabezas. Pero ahora no estaba sentada, sino arrodillada, y el tipo que estaba parado frente a ella no le iba a entregar la cuenta precisamente.
    
    El hombre, mientras movía su brazo frenéticamente, producía un constante chasquido, parecía el ruido de un pedazo de cuero mojado chocando con una superficie dura.
    
    Ella se sentía algo patética, en esa posición tan pasiva, esperando que el hombre impregne en su cara su pegajosa virilidad.
    
    De todas formas, la situación no le desagradaba. Le gustaba lo inesperado, le divertían las aventuras, y le fascinaban los secretos. Y esto sería un secreto, porque su marido nunca debía enterarse. La sensación de lo prohibido y el instrumento largo que temblaba, en movimientos espasmódicos frente a ella, hicieron que su bombacha se empapara.
    
    ¿Por qué todavía estoy vestida? Se preguntó. El hombre no solo no la había desnudado. Ni siquiera la había tocado. No había acariciado sus muslos por debajo de la pollera, no había sobado las tetas que tanto la enorgullecían, ni había perdido el tiempo de manosearle el culo, el cual todos los hombres con los que estuvo se deleitaban en tocar. Ella ...
    ... había ido a la casa del hombre a pedirle que le diga a su hijo que no moleste más al suyo. El hombre había dicho que los chicos de doce años ya deberían saber cuidarse solos, y ya no dijo más.
    
    Pero sí dijo algo más, pensó ella, tratando de recordar. El hombre se había quedado mirándola, comiéndosela con los ojos, sin siquiera disimular. Tenía una mirada salvaje, algo desquiciada, pero muy viril. Ojalá mi marido fuese tan intenso como este tipo, pensó ella. “Estás muy buena” le dijo, ante su desconcierto. “me encantan las rubias naturales”, agregó. A ella le temblaron las piernas, y sintió mucho calor entre ellas. “arrodíllate” le dijo el hombre.
    
    Ella se preguntaba qué se creía ese hombre, ¿pensaba que se iba a arrodillar solo porque se lo ordenase? Pero cuando terminó con ese razonamiento mental se percató de que estaba de rodillas, y cuando intentó decirse que eso era una locura, que no podía practicarle una felatio a un desconocido, por más poderosa que tuviese la mirada, se dio cuenta de que su boca estaba abierta y que el sexo del hombre entraba en ella, dejando a su paso el sabor particular de esa extremidad. Entonces ella cedió, y sintió, como, lentamente, el miembro se endurecía.
    
    La verga se agitaba con más intensidad, a solo unos centímetros de su cara. El hombre, hasta ahora poco expresivo, hizo un gesto muy parecido al del dolor, justo un instante antes de largar tres chorros de semen en su cara.
    
    Ella se quedó arrodillada. Esperando que él finalmente la ...
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