Tres relatos de sexo
Fecha: 06/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... limpió el sexo con papel. Fue entonces cuando sintió que alguien empujaba la puerta. “¿Carlos?”, dijo “Si te dije que estoy acá” agregó con una sonrisa nerviosa. “ya lo sé” susurró Carlos, al otro lado. Entonces empujó con más fuerza, y sin mucho esfuerzo, hizo que la traba de metal que estaba del lado de adentro de la puerta se doblara, hasta que la puerta se abrió.
Juliana estaba todavía con el short y la bombacha abajo. Carlos entró, y ella supo, al ver su rostro, que la locura finalmente se había apoderado de él. “me va a violar” pensó, con temor. “siempre supe que algún día lo iba a hacer” se dijo, resignada.
Carlos la agarró de los tobillos, le sacó el short y lo tiró al piso, y luego la despojó de su ropa interior blanca. Hizo un bollo con la prenda y la cerró en su puño. Acto seguido la acercó a su rostro y la olió. “Gracias por el recuerdo” le dijo, guardándose la bombacha en el bolsillo de su pantalón. “nunca te voy a olvidar” agregó, dándole la espalda, dejándola más sorprendida que asustada.
Todavía estaba en el baño, conmocionada, cuando escuchó la puerta cerrarse detrás de aquel muchacho que no volvería a ver.
Una maestra chantajeada
Ser una mujer linda siempre tuvo sus ventajas, pero también sus desventajas. Eso lo sabe ahora que está rodeada por cuatro pendejos de no más de dieciocho años, en pelotas, y con las pijas como mástil.
“No puedo creer que nos vamos a coger la mamá de Joaco” dijo uno de ellos. Era delgado, y tenía una cara aniñada. ...
... Si no lo conociese desde chico, pensaría que tenía quince años. “Vos no te vas a coger a nadie, pendejo”, pensó ella, pero las palabras no salieron de su boca. Estaba paralizada por la impotencia.
Ya sabía que el repentino interés que ese cuarteto había mostrado por su hijo, era extraño. Joaco era dos años menor que ellos, y cuando ellos todavía estaban en la escuela, lo acosaban con bromas pesadas, y hasta lo golpeaban.
“Bueno, profe, o se desviste usted o la desvestimos, nosotros, como guste”. El que le dijo eso era Marco, un chico rubio, musculoso, y extremadamente atractivo. Belén lo odiaba. Había tenido la mala suerte de ser su profesora hace solo dos años. Era hijo del empresario más importante de la zona, dueño de un supermercado y un shopping entre otras cosas, y el pendejo solía comportarse de acuerdo con su estrato social, despreciando a los de un nivel socioeconómico inferior. El hecho de que ella fuese la profesora más joven y linda de la escuela no hacía las cosas más fáciles. Siempre le silbaba cada vez que se daba vuelta a escribir algo en el pizarrón, y el grupo que le hacía la corte aprobaba el chascarrillo con risas. Y ahora ese ser despreciable pretendía poseerla junto con ese grupo de pendejos caprichosos que pensaban que tenían derecho a tomar las cosas sólo con desearlo.
Los cuatro muchachos encuerados se le fueron acercando. La escena le parecía surreal ¿cómo es que me está pasando esto? Se preguntaba. Todo había sucedido muy rápido. Los chicos ...