Tres relatos de sexo
Fecha: 06/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... despoje de sus prendas y la viole encima de la mesa, pero el hombre se limitó a entregarle un papel de cocina y a abrirle la puerta, invitándola, en silencio, a que se vaya.
Un recuerdo para un enamorado
Juliana estaba sentada muy cerca de él. Sólo dos sillones con almohadas deshilachadas los separaban. Carlos atesoraba esos breves minutos en que la tenía para él solo. Los demás miembros del club de lectura solían llegar sobre la hora, o incluso algunos minutos tarde, pero Juliana salía de trabajo e iba directo al pequeño departamento que alquilaban por hora para reunirse a hablar de literatura. Y Carlos, siempre se inventaba alguna excusa para llegar antes y acompañarla en esos minutos preciosos.
Como de costumbre, él, intimidado por la belleza natural de la chica, sólo atinaba a pronunciar alguna que otra frase. Estaba convencido de que todo lo que decía le resultaba aburrido a Juliana, sin embargo, ella se mostraba de lo más cordial, cosa que sólo servía para que Carlos se enamore más de ella. Juliana llevaba un short, de esos que por delante parecen polleras. Carlos siempre pensó que esas prendas eran una estafa a las fantasías masculinas, pero aun así, no perdía oportunidad de mirarle las piernas: eran largas, interminables, torneadas y musculosas. Juliana tenía un cuerpo atlético, pero sin perder una pizca de femineidad. Era delgada, pero fuerte. Sus piernas eran su mejor atributo, pero a Carlos también le gustaba mucho sus labios gruesos, y las pecas, casi ...
... imperceptibles que se repartían debajo de sus ojos, y rodeaban su nariz prominente. Era sencillamente hermosa.
De repente a Carlos lo invadió una depresión fulminante.
Cuatro años, pensó. Cuatro años que estoy enamorado de ella, y no pasó nada.
Pero lo peor no era el hecho de no haber estado nunca con ella, sino la certeza de que nunca tendría su amor. Ya lo había intentado todo, a su manera torpe, pero lo había intentado: la invitó a salir, le escribió cartas cursis diciéndole de manera difusa lo que sentía, y más de una vez había intentado robarle un beso. Pero esto último casi le costó su amistad con ella, por lo que tuvo que desistir, y conformarse a adorarla a la distancia.
“Voy al baño, ya vuelvo” dijo ella. Se levantó sobre sus piernas elastizadas, y caminó ágilmente hasta el baño. Y entonces Carlos se perdió en sus fantasías. “Qué no daría por seguirla hasta el baño”, pensaba, “esperar a que termine de hacer pis, y aprovechando que tiene la bombachita baja, abusar de ella. Juliana me odiaría, sin dudas, pero de todas formas nunca me querría, y yo me sacaría las ganas”.
Sintió cómo una erección se levantaba adentro de su pantalón. Es una locura, pero ¿y qué? Luego iría preso ¿y qué? Bien podría suicidarme para no sufrir en prisión. De todas formas, si cumplo mi fantasía, moriría feliz.
Sacudió su cabeza, tratando de ahuyentar sus fantasías perversas, pero el bulto duro de su pantalón era testigo de que no logró hacerlo.
Juliana terminó de orinar, y se ...