Negación - Capítulo 2
Fecha: 15/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos
... auto, o los lujos a los que ahora era proclive, compre esta casa.
- Gracias – Le dije al hombre mientras le entregaba el dinero suficiente para pagar el recorrido – Quédese con el cambio.
- Gracias – Me respondió.
Abrí la puerta, y en el instante en que usé mis pies para impulsar mi cuerpo fuera del vehículo, un dolor poderoso se filtró por mi cuerpo, el origen lo sabía. Hice lo mismo que hacía cada vez que llegaba a mi casa después de un encuentro con él. Tomé aire profundo, Y me erguí rápidamente, sin pensarlo dos veces. Había descubierto hace tiempo, que prolongar la agonía no ayuda a aliviar el dolor, lo mejor era siempre arrojarse por entero, y luego esperar a que pasara. Fiel a mi convicción, lo hice nuevamente, pero diablos, dolía.
Me quedé en la calle mirando la casa, mi casa. Cerré la puerta y observé mientras el taxi se alejaba por la calle, hasta virar a la derecha en la siguiente cuadra. Di un paso, y luego otro, y sentía que tenía un agujero profundo que ardía en mi trasero. Maldije en voz alta, pensado en llamar a Claudia cuando llegara a mi habitación. Ella sabría qué hacer, ella siempre lo sabía.
Entré y observé el jardín, no existía nada verde en él. Honestamente la naturaleza, y en especial las cosas verdes – césped, árboles y plantas – me odiaban, y yo las odiaba a ellas, tenía ese talento especial que tienen algunas personas de matar cualquier flor o vegetación existente con el solo hecho de mirarla. Cuando descubrí que la jardinería era un ...
... asunto perdido, me rendí. Puse cerámica en toda la casa, y los únicos elementos decorativos semejantes a cualquier tipo de vida vegetal que había en mi hogar, eran artificiales.
Me dirigí inmediatamente a mi cuarto, pero me detuve al llegar a las escaleras, maldiciendo por lo bajo por segunda vez. Eché atrás cualquier pensamiento que llegaba a mi mente, y solo corrí escaleras arriba, sin pensar ni prestar atención al dolor. Casi arrastrándome alcancé mi objetivo. La cama que amaba y era mi refugio. Me saqué los zapatos y salté – no lo pensé – y me reprendí mentalmente por hacerlo – Auch – fue todo lo que dije. Y me dormí.
Me despertó el sonido de la alarma. Lo odiaba. Era el sonido más detestable de la historia de la humanidad. Me senté, desorientado, y con un hilo de saliva en la comisura de la boca, que limpie con el dorso de mi mano. El dolor se había atenuado, levemente. Al menos no iba a tener que caminar en forma extraña todo el día, como si en algun momento alguien hubiese dado un disparo que impactó justamente con mi trasero, que era algo parecido a lo que sentía anoche. Mire la hora, cinco de la mañana con un minuto. Me desperecé estirando mi cuerpo y haciendo sonar mis huesos, me dirigí al baño.
Lavé mi cara y dientes. Era viernes, y el día prometía ser tan normal, y monótono como eran mis días. Tomé un ibupofeno del botiquín y recordé que anoche no llamé a Claudia. Me dirigí al otro cuarto del segundo piso, el que había adaptado como un pequeño gimnasio. ...