Negación - Capítulo 2
Fecha: 15/08/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos
... Me saqué la ropa que llevaba puesta, una camisa y pantalones, y quedé en bóxer. El atuendo perfecto, según yo, para realizar mi rutina matutina de ejercicios. Empecé como todos los viernes por lo que más odiaba, la trotadora.
Programe la máquina para treinta minutos de trote moderado, y la música, pensando en alguna de las canciones que utilizaría en la tarde para mi clase de baile activo. Y me concentré en eso. Cuando completé el tiempo de cardio, seguí con la rutina de abdominales, y musculación. Estás horas de la mañana que dedicaba para mí, eran lo más sagrado que tenía. Nunca he sido bueno para dormir, y bueno, tengo algo de exceso de energía. Y si no hago actividad física, soy una bomba atómica con pies, que molesta e interrumpe a todos los que están cerca. Hacer ejercicio me ayuda a alcanzar equilibrio y ponerme una máscara de seriedad. Y no de payaso. Cuando terminé la rutina, faltaban pocos minutos para las siete, tenía tiempo para un cardio de recuperación en la bicicleta.
Eran las siete con veinticinco minutos cuando me dirigí al baño por una ducha. Y cómo todas las mañanas, corrí contra el tiempo. Me vestí con una camisa de color rosado pálido y unos pantalones negros. Busqué el equipo deportivo del día, mi bolso de oficina, y bajé a la cocina por un vaso de leche. Corrí al auto – mi segundo bebé – y me fui al trabajo.
Conocía el trayecto que me permitía estar en la oficina en el menor tiempo posible, evitando todas las arterias de la ciudad que se ...
... colapsaban a esta hora de la mañana producto de la vorágine que significa vivir en una ciudad. Padres corriendo con sus niños para no llegar tarde al colegio. Personas caminando a toda velocidad para llegar a tiempo a sus trabajos, y los semáforos – ¡Dios!, que parecían cambiar en cámara lenta – en el trayecto llamé a Claudia.
- Hola – Respondió.
- Claudiaaaaaa!!! – le grité, eufórico.
- Faby!!! – me gritó de vuelta, entre risas.
- ¿Qué haces? – le pregunté.
- Voy camino al trabajo, ¿y tú?
- Igual.
- ¿Qué pasó ahora? – sin rodeos, como siempre. Esta mujer tenía un sexto sentido que me daba escalofríos.
- Pues verás… - comencé.
- No me digas – tragué saliva - ¡Otra vez! – Gritó, indignación en su voz – guardé silencio – Hasta cuando…
- Clau… - le dije, interrumpiendo el sermón. Ella sabía, era la única que sabía.
Guardó silencio por un momento, sabía lo que pensaba, lo habíamos discutido un millón de veces. Era la mejor Ginecóloga de la historia. Habíamos vivido juntos un par de años antes de graduarnos de la Universidad. Me había enseñado todo respecto a las infecciones de transmisión sexual cuando descubrió lo que hacía para pagar la Universidad. Hicimos un pacto de sangre, que jamás haría algo sin protección o trabajaría con una persona, que pudiera suponer un riesgo para mi salud. Yo se lo había jurado frente a la tumba de Mamá un año después de su muerte. Y el año en que recibí mi título profesional, en el mismo lugar donde hice ese juramento, ...