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El Cazador - Parte 7
Fecha: 23/08/2019, Categorías: Gays Autor: johna.2012, Fuente: SexoSinTabues
... grandes y fuertes me sujetaron de los brazos, sorprendiéndome y obligándome a ponerme de pie. ―¿Qué hacen? Suéltenme ―me quejé, pero fue inútil. Aquellos hombres me llevaron frente a Ben, quien seguía penetrando al joven, sin siquiera volverse a mirarme. ―Lo encontramos espiando, señor ―dijo uno de los hombres, pero Ben seguía metiendo y sacando con todas su fuerzas, mordiéndose los labios más y más fuerte con cada embestida. ―¿Qué quiere q hagamos con él? ―volvió a preguntar y de inmediato Ben se detuvo y de un solo tirón sacó su enorme pene del culo del muchacho, haciéndolo lanzar un grito agudo que me sobresaltó. ―¿Por qué me interrumpes cuando estoy tirando? ―le gritó al hombre, tomándolo de su cabello y jalándole la cabeza hacia un lado―. ¿Acaso no puedes esperar a que termine? Su voz y la forma salvaje en la que hablaba me pusieron la piel de gallina. Ese hombre era un animal. ―Lo lamento, señor… pero lo agarramos espiando ―se disculpó y por primera vez Ben fijó sus ojos en mí y luego su expresión cambió. ―Que tenemos aquí ―dijo y luego soltó al hombre y se acercó hacia mí―. Eres un guapetón. Mi cuerpo se estremeció cuando su mano acarició mi rostro y no pude contener mi asco. ―No me toques ―exclamé y recibí un codazo en mis costillas como respuesta, dejándome sin aire. ―Tienes espíritu… que interesante ―dijo Ben y luego trono sus dedos y de inmediato sus hombres me tomaron de los brazos y me llevaron hacia una de las paredes, sujetando mi rostro contra ella y ...
... agarrándome fuerte de las manos. Mi corazón empezó a latir rápido por la desesperación. ¿Cómo se me había ocurrido seguir a ese animal? Ahora me encontraba a su merced. ―Veamos que tenemos aquí ―dijo y luego de un tirón me arrancó la toalla, dejando mi trasero al aire. ―Vaya pero que ricas nalgas tienes… Entonces sentí sus manos ásperas y grandes recorrer la piel de mis nalgas y un miedo terrible me invadió, una repulsión tan grande que me dieron ganas hasta de llorar. Ben pasó sus manos sobre mis nalgas varias veces y luego me dio una nalgada en cada una dejándome una sensación de ardor sobre la piel. ―¡Suéltame! ¡Déjame ir! ¡No me toques! ―exclamé y volví a recibir otro golpe en mi costado que me volvió a quitar el aire, luego un golpe más en la cabeza que me dejó azonzado, pero no lo suficiente como para no sentir las manos de Ben abriéndome las nalgas de par en par. ―Que delicia ―lo escuché susurrar y luego sentí su lengua hurgando en mi trasero, enterrándose entre mis nalgas. Entonces una sensación muy fuerte me invadió, como una corriente eléctrica que recorrió mi espina e hizo que mis piernas perdieran su fuerza, noqueándome mucho más que aquel golpe en las costillas. De pronto dejé de sentir la lengua de Ben y los hombres que me tenían sujeto me soltaron enseguida. Un montón de sombras invadieron la cámara de vapor, moviéndose rápidamente frente a mis ojos, sin que pudiera distinguir de quienes se trataba. Todo era muy confuso hasta que un aroma familiar apareció junto a mí. ...