1. ¡Hacéme lo que quieras!


    Fecha: 24/08/2019, Categorías: Poesía Erótica, Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... me equivoco?!
    
    Un calor abrazador subió de repente hasta mis sienes, y no pude responderle. Tenía razón, y para colmo ese día andaba más que caliente.
    
    Me preguntó por los chicos, y apenas terminé de decirle que estaban en la escuela se me acercó para apretujarme contra la pared. Me quitó la blusa y empezó a masajearme los pechos. Ponía mis pezones entre sus dedos y los rozaba con la punta de su lengua, hasta que al fin se dignó a chuparlos con una ferocidad que solo le conocí a Darío en los primeros meses de casados. Además Martín no estaba nada mal. Es un pendejón de 29, con ojos verdes medio saltones, morocho, elegante a pesar de su oficio de mecánico, alto, no muy musculoso pero apasionado.
    
    Cuando sentí el roce de su bulto en mi pierna noté que me mojaba como nunca, y quería saber cómo era su pene, aunque mis pensamientos se debatían entre el bien y el mal. Pero él no me dejó verlo. Tan solo apoyé las manos en la pileta llena de broches y él me levantó la falda.
    
    Fue todo tan rápido que apenas tenía fuerzas para pedirle que pare, aunque deseara todo lo contrario, y él se percató de ello. Cuando sentí la punta de su pene golpear mis nalgas se lo pedí.
    
    ¡cogeme pendejo!, se me escapó cuando me besaba la nuca, amasaba mis tetas y franeleaba su pecho ya sin su remera en mi espalda. Tocó mi vulva con sus dedos, los lamió gimiendo y se aferró a mis hombros para ubicar de modo perfecto su pija erecta en la entrada de mi vagina. Se movía al ritmo de mis pulsaciones. ...
    ... Me excitaba el choque de su pubis en mi culo y el desliz de su dureza en mi sexo. Cada vez que medio se le salía volvía a meterla, y en ese acto rozaba mi clítoris hinchado. Eso me hacía gemir como una monjita inexperta. Ninguno de los dos decía nada, hasta que me anunció que le faltaba poco.
    
    ¡acabame adentro nene si te la bancás!, le dije hecha una furia, y él irritó mis oídos con un gemido abierto por el que se le cayeron unos hilos de baba. Su lechita caliente recorría mis paredes vaginales, mis huesos temblaban, mi sudor envolvía mi inocultable culpa, y él se subía los pantalones sin dejarme mirarle la verga. Sentirla fue maravilloso!
    
    Cuando lo vi preocupado le aclaré que ni loca me iba a quedar embarazada, pues, hace dos años me había ligado las trompas. Su rostro se descontracturó, pero su voz yacía inmóvil. Cuando vi la hora salí corriendo a ponerme algo más decente, porque debía ir a buscar a los niños al colegio. Cuando regresé Martín me saludaba desde la ventanilla de su auto. Me sentí sucia todo el día, y algo con sabor a orgullo parecía rejuvenecer mis libertades. Quería tenerlo adentro mío de nuevo. Pero no debía ser yo quien lo buscara.
    
    Esa noche Darío tuvo ganas de hacer el amor, pero solo estuvo unos 3 minutos sobre mí, con mis senos en su boca y una de sus manos apretando mis nalgas. Eyaculó sin fuerzas, como por compromiso. Al rato me levanté y fui hasta el lavadero donde aún estaba mi pollera con restos del semen de Martín, y me masturbé como una ...
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