MI TÍO EL SÁDICO ME HACE SU PERRA
Fecha: 26/08/2019,
Categorías:
Gays
Autor: alej97, Fuente: SexoSinTabues
... soltó la boca y ya yo no gritaba tanto. El dolor comenzaba a irse. Y él aprovechaba y seguía cogiéndome duro. Era rápido, de movimientos muy rápidos. De momentos lo sacaba un poco y lo escupía para volver a metérmelo y más duro esta vez. Comenzó a agarrarme de las manos que tenía amarradas. Cuando me dolía intentaba zafarme pero mis manos amordazadas no me dejaban. Después de un rato me gustó la idea de estar amarrado. — Te gusta, ¿eh? — Ahh, ah, ah, ay, tío. — Dime si te gusta. —Sí, me gusta. Me gusta. — Se te nota en lo cara de perrita que tienes. Luego me lo sacó y me arrimó a la orilla de la cama. Puse mis rodillas en el piso y mi pecho en el colchón. Quedé en cuatro patas. Así me ardió un poco cuando me lo metió y mi espalda se encorvaba pero él la bajaba de un golpe mientras me cogía como a perra. Me tomaba de las manos amarradas un rato, después del cabello, después de las caderas y luego comenzó a darme nalgadas, cosa que me prendía más. Y se lo hice saber. — Dame más duro tío. — ¿Sí? ¿Eso quieres, putica? Y me cogió tan duro que sentí me hizo sangrar. Me dolió. Pero no me importó. — Te voy a preñar. — Sí, sí, acábame adentro tío. — ¿Te gusta? —Sí, tío, me encanta. —Pídeme más. —Dame más tío. Métemelo más. Y obedeció mis órdenes. Al cabo de un rato sentía que de lo duro que me daba, tocaba algo dentro de mí que me hacía sentir ganas de acabar. Me acabó adentro y mientras lo hacía, con cada chorro de leche, me daba golpe con la mano cerrada, en cada nalga. Y como si ...
... yo fuera una marioneta, me volteó y me dejó boca arriba. Así me dieron ganas de acabar y me dejé ir. Me sentía en éxtasis mientras acababa. Mientras se vaciaba, parecía un animal. Estaba sudado y nunca lo había visto de esa manera. Me desamarró las muñecas y me toqué el culo. Lo sentía más grande que nunca. Sentía vacío y frío en él a la vez. —Anda a lavarte al baño, si quieres. Obedecí y cuando volví a la cama, él estaba acostado en ella, dormido, desnudo y con las manos en su nuca. Observándolo, era obvio que cualquier mujer lo querría en su cama. Era grande, grueso, tenía un buen cuerpo y una ligera capa de vellos en el pecho. El guebo era del tamaño que cualquiera pudiera desear y a su edad, no era lo que se dice feo. Además, olía a hombre. Me acosté a un lado y le di la espalda. A los minutos, sentí como me volteó y me llevó a su pecho. — ¿Te gustó? — Sí. — Siempre se puede repetir cuando quieras… — Está bien. — Así no te aburres en la finca. —dijo riendo un poco. —Entonces ya no tendrá que hacer nada en la finca sino solo entretenerme. Se rió. —Pero que goloso eres, putica. Sonreí. Nos quedamos dormidos, pero cuando me desperté todavía estaba en su pecho. Le vi el guebo y estaba dormido. Me provocó y comencé a tocárselo hasta que se le paró por completo. Era grande, lo bastante grande como para hacer sentir placer a cualquiera. Se despertó. — ¿Por qué no te animas a probar tu lechita tibia? —preguntó. A modo de respuesta, me lo introduje lo más que pude, en la boca. ...