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Mi nombre es Marlene y así fue como descubrí que me gustaba ser observada
Fecha: 29/08/2019, Categorías: Grandes Series, Autor: Marlene.munoz.r, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Marlene, tengo 27 años. Me describo como una persona inteligente, social, deportiva y con un secreto: me gusta sentir las miradas, cuando me observan. Actualmente vivo en un departamento en las afueras de la ciudad, cerca del mar. Me gusta así porque puedo dedicarme tiempo. El departamento es amplio. Originalmente era una casa de dos pisos con un Estudio aparte hasta que el dueño convirtió el lugar en tres espacios para rentarse. Yo vivo en uno de esos apartamentos. Para acceder a él tengo que bajar por unas pequeñas escaleras de metal en forma de caracol; me gusta así porque me da un cierto grado de privacidad, no escucho los ruidos y tampoco mis vecinos se han quejado de mí. Y para ir al trabajo es sencillo pues, en auto, no hago más de 15 minutos. Anteriormente acudía al gimnasio después del trabajo, pero me di cuenta que podía dedicarle el mismo tiempo al ejercicio en casa o en la unidad deportiva que se encuentra cerca, así que después del trabajo voy a casa directamente. Debo confesar que no me había percatado jamás de mi afición por ser vista con morbo por los hombres a mi alrededor hasta hace poco, cuando me vi en una situación en la que no podía huir de la vista de los hombres. Me encuentro trabajando en una oficina corporativa que hace gestiones para agencias inmobiliarias y soy recepcionista. Soy más alta que algunas de mis compañeras, aproximadamente he de medir un metro y sesenta y ocho centímetros, siempre he sido dedicada al ...
... ejercicio más que a una buena alimentación, es decir, no me tengo que limitar a pocos alimentos para sentirme bien, al contrario, me dedico más al ejercicio. Si hay algo que debo decir me gusta más de mi cuerpo son mis piernas, aunque algunas veces me favorece más traer escote, y mi cabello castaño, ondulado y largo. Aquel día, por la mañana desperté temprano, desayuné y me fui a la regadera directamente. Elegí para llevar al trabajo un vestido primaveral color turquesa de mangas cortas, vuelo en su falda y un escote regular. No era un vestido muy corto, lo normal, enseñaba un poquito menos de media pierna. Los prefiero así porque la mayor parte del tiempo estoy sentada en mi escritorio, en la recepción y como es un poco alto mis piernas quedan perfectamente bien debajo de él. Hasta ese momento a ese largo del vestido me sentía segura de no enseñar de más, aunque debo confesar que cuando sé al final preferí usar un short de lycra debajo. Después de ducharme, cumplí con mi rutina de siempre: elegir ropa interior cómoda, humectarme toda con crema, perfumarme, retocar un poco el planchado de mi ropa a usar, maquillarme, arreglar mi cabello, ponerme los zapatos y después una taza de café. Al salir coloqué un espejo en el que puedo verme completa antes de salir, por si hace falta algo más, todo lucía perfecto, me gusté mucho ese día. Aquel día creí que sería un día tranquilo de contestar llamadas, preparar algunas tazas de café y sacar copias o imprimir oficios, pero no fue ...