1. La historia de Ana (Capítulo 3)


    Fecha: 04/09/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    1
    
    Había descubierto que me excitaba mucho que Ana me cuente sus relaciones con otros. Sin embargo, los celos no se desvanecían. Después de disfrutar de escuchar con sus propias palabras cómo la poseían, me embargaba una calentura asfixiante que apaciguaba cogiéndola, besándola, chupándola, devorándola… usaba su cuerpo como un juguete sexual. Pero al otro día, cuando estaba sólo en mi casa, me embargaba una angustia insoportable, que no me permitía conciliar el sueño tranquilamente. Le mandaba mensajes a todas horas, y cuando no contestaba enseguida, me hacía la cabeza pensando que estaba con otros. ¿Cuánto tardaría en caer ante viejos aprovechados como Juan Alberto? ¿Y aquellos tres chicos que la chantajeaban? Esa noche me contó toda la increíble historia. Tres pendejos de dieciocho a veinte años abusando a su antojo de una hembra de veintisiete. El sueño del pibe hecho realidad. “Ya me voy a deshacer de ellos” había dicho Ana, luego de que yo le repitiera una y otra vez que no se podía dejar extorsionar por tres nenes de mamá que se pensaban que podían hacer lo que quisieran con una mujer. “No te preocupes, no voy a dejar que me molesten más” me repitió, y luego ya no quiso hablar más del tema. No quise insistir, pero en cambio le enviaba mensajes con cualquier pretexto, y al no recibir respuesta, automáticamente la visualizada desnuda, a merced de tres adolescentes caprichosos, y manipuladores que jugaban con su cuerpo como yo mismo lo hacía. Me preguntaba si era cierto ...
    ... todo lo que me había contado. ¿Realmente la extorsionaban? ¿O ella participaba sin reticencias en esa orgía?
    
    No tuve oportunidad de preguntarle nuevamente eso, porque de repente, ya no contestaba mis mensajes. Quería saber en qué momento se veía con esos pibes, para aparecer de sorpresa y asustarlos, pero ella era reacia a que yo intervenga. “Ya no me van a molestar más, no te preocupes” fue su respuesta la última vez que insistí con eso. “Y ya te dije que no me gusta que me manden mensajes a cada rato” me puso, y luego de ese mensaje, me tuvo castigado por varias semanas.
    
    Un día reapareció Andrés, su novio. Quien los viera de la mano, tan jóvenes y lindos, no imaginarían la relación tormentosa que tenían. Andrés me daba lástima. Aunque él tenía ciertas sospechas, no tenía idea de las dimensiones de las infidelidades de Ana. ¿Cómo reaccionaría si le contara que Ana se había encamado con dos viejos de cincuenta años, y que se acuesta con tres pendejos recién salidos de la escuela?
    
    Uno de esos sábados en que me tocó trabajar durante el día, lo vi llegar al edificio. Me saludó, alegre. Entonces recordé que habíamos tenido muchas charlas amenas, y que, ante sus ojos, éramos casi amigos. Conversamos un rato de banalidades. Me contó que ya le faltaba poco para recibirse de contador, y que había conseguido un trabajo nuevo, ya lejos de las alas de su padre. Pero, de repente su voz se convirtió en un susurro y su rostro tomó un aspecto grave.
    
    — Y con respecto a lo que te ...
«1234...8»