1. La historia de Ana (Capítulo 3)


    Fecha: 04/09/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... dijo…
    
    “hace un par de meses que doy clases de violín en la orquesta juvenil San Martín. Ahí lo conocí a Federico. Ya te conté de él. Me agarró un día con la guardia baja y pasó lo que pasó. Si Gaby, cogimos, a eso me refiero. Pero a los pocos días vino con unos amigos a mi departamento. Uno de ellos había hablado conmigo por teléfono para tomar clases de violín acá en casa. ¿Viste que doy clases acá? Ay sí Gaby, me gusta por el culo. Vino a tomar las supuestas clases, pero el pendejo no trajo ni violín siquiera, y no vino sólo. Estaba Federico y otro pibito más. Son unos nenes. Federico es el más grande e igual es un pendejo. Pero los otros son unos nenes recién salidos de la secundaria. No puedo creer que hayan tenido el valor de apurarme así. ¿Qué quieren, Federico? Pregunté, porque ya me veía venir algo malo. Federico se rio como un perverso, y eso que en clases se porta tan bien, es todo un señorito. Yo los había hecho pasar. No sé porqué fui tan tonta, pero los hice pasar, y ya estaban los tres en mi departamento. Me dio miedo. Eran chicos, pero eran tres. Me miraban de arriba abajo, como si fuese una puta. Para colmo tenía la ropa en la lavandería, y lo único decente que tenía para ponerme era un vestido floreado, con la espalda desnuda. Demasiado sexy para una clase de violín, pero no podía recibir a un alumno así nomás. No, no me digas así Gaby, no soy una puta. No me puse esa ropa a propósito. Dentro de todo no es tan desubicada. El vestido es suelto y me llega ...
    ... hasta las rodillas. ¿Qué quieren? Repetí, tratando de sonar amenazante, pero los pendejos se cagaron de risa. “Mirá esto profe”, dijo el hijo de puta de Federico, y me mostró las fotos del celular. No sabés cómo me arrepiento de habérmelo cogido, ya sabía que estar con un pendejo era para quilombo, pero no imaginé que iba a llegar a tanto. Me quedé petrificada. ¿Qué quieren? Pregunté de nuevo. Estaba asustada, porque ya sabía lo que querían. En serio lo digo. Estaba asustada. Siempre tengo miedo de que se pongan loquitos y me lastimen la cara. ¿Qué cómo eran los pibes? No entiendo para qué querés saber eso Gaby. Federico es morocho, de pelo corto, tipo militar, y aunque es flaco tiene bastante músculo. El que iba a tomar las supuestas clases de violín era un pendejito rubio, flaco y desgarbado, de ojos celestes. Yo pensé que era de quince años, pero después me enteré de que tiene dieciocho. El tercero parecía tímido. Pelito cortó con un jopito. Parecía que no quería estar ahí. Los otros dos les habrán vendido que yo era fácil, pero cuando me vio asustada dijo “parece que no quiere chicos, déjenla en paz”. Pero Federico lo hizo callar, y se me acercó. “yo sé que te gustan estas cosas”, me dijo. Yo le dije que lo que pasó entre nosotros fue una cosa del momento y nada más. “Si no hacés lo que queremos, voy a mandar a todos los chicos de la orquesta tus fotitos, profe” me dijo, el muy hijo de puta.
    
    Yo no sabía qué hacer. No quería gritar. Sabía que si lo hacía me iban a hacer ...
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