1. La historia de Ana (Capítulo 3)


    Fecha: 04/09/2017, Categorías: Infidelidad Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... callar y a tomar por la fuerza. Federico me acarició las piernas. Me dio escalofríos sentir sus dedos deslizándose por mi muslo, como unas lombrices que subían lentos hasta mi sexo. Me levantó el vestido. Yo no hice nada. Ya no había nada para hacer. No podía pelear con tres pibes, fuertes y ágiles. Ya sabés lo débil que soy. Además, si en la orquesta veían las fotos… No me puedo quedar sin ese trabajo Gaby, aunque me paguen poco.
    
    El pendejito rubio se acercó, y no tardó en meterme mano por detrás. Se nota que no estaban acostumbrados a estar con una mujer, me tocaban el culo y las piernas muy torpemente. El rubio me lamió la espalda, y Federico me levantó el vestido hasta que mi bombacha blanca quedó a la vista. “¿ves cómo se deja?” Le dijo al chico tímido que no quería participar. Yo lo miré como diciéndole que me ayude, pero al mismo tiempo me dejaba toquetear por los otros dos sin hacer nada, por lo que el pibito pareció confundido. “Qué lindo culo tiene tu profesora” dijo el rubito, regodeándose en el hecho de que el otro hijo de puta era mi alumno. Y pensar que al otro día tenía que verlo en el ensayo… el rubito empezó a tironearme la bombacha, pero Federico dijo “No, pará, dijimos que no la íbamos a coger de entrada”. El rubito obedeció, y volvió a subirme la bombacha, estiró el elástico y lo soltó, sólo para molestarme. ¿Te imaginás, un pendejito, nenito de mamá jugando con la bombacha de una mujer? Se habrá creído todo poderoso el imbécil.
    
    Federico me sacó el ...
    ... vestido. Quedé solamente con la bombacha y el corpiño. “¿dónde está el cuarto profe?” No contesté, pero el departamento tampoco es muy grande que digamos. Lo encontraron enseguida. Mientras me llevaban hasta ahí, el rubito no paraba de pellizcarme el culo, parecía nene con juguete nuevo. “No me lastimen” les supliqué. “Hago lo que quieran, pero no me lastimen, y borren las fotos por favor”. Los dos pendejos sonrieron perversamente. Les encantaba tener el control, igual que vos Gaby. “Así me gusta profe, que seas una putita sumisa” dijo el rubito.
    
    El otro chico estaba en el umbral de la puerta. Había escuchado todo. Yo me preguntaba si se iba a animar a hacerle frente a sus dos amigos antes de que empiecen a violarme. “tirate a la cama, boca abajo” me dijo Federico. Me di vuelta, me tiré a la cama y cerré los ojos. Enseguida sentí las manos manoseándome de nuevo. Me estrujaban el culo y las tetas muy violentamente. Después empezaron a lamerme: la espalda, las piernas, la cola. Sobre todo la cola. Cada tanto me daban mordiscos fuertes. Por culpa de esas mordidas tuve que hacerme la enojada con Andrés por más días de lo pensado porque tenía las nalgas marcadas.
    
    De repente sentí que a las dos bocas que me devoraban se le sumaba una tercera que, después de correrme el pelo, me chupaba el cuello. El tercer pibito, el tímido, el que era reacio a abusar de mí, el único que podía llegar a defenderme, se había sumado a la violación. Si, ya sé, habrá pensado que ya me empezaba a ...
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