Negación - Capítulo 5
Fecha: 08/09/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos
... testículos grandes que ardían. Comenzó con un movimiento lento, suave, que me hizo gemir. Deseaba más, lo deseaba todo. Rozó sus manos en mis muslos, y luego me acarició en círculos, subiendo hasta detenerse en mis caderas. Me comenzó a bombear, manteniendo su agarre firme, evitando que me moviera. Fue maravilloso. Me apoyé en el espejo, para ayudarlo a estabilizar mi postura cuando el movimiento de sus caderas se volvió brusco, tal era la fuerza de sus embestidas. Apretaba mi anillo como agradecimiento por el placer que me daba, y ambos disfrutábamos por un momento.
De improvisto el tamaño de su miembro se volvió incómodo. Se tensó contra mí, sus movimientos me perforaban. Algo no andaba bien, me percaté mientras comenzaba a cruzar la línea del placer y el dolor, y me quedé ahí, en una cuerda floja. Su pene comenzó a hincharse en mi interior, agrandándose, abriéndome abruptamente, el placer se había ido. Sus arremetidas no cesaban, y en algún momento, las fuerzas me abandonaron, porque cuando clamé por su ayuda, nunca llegaron. No podía moverme.
Era un dolor inexplicable, incomparable, nunca antes vivido. Sentía que me evisceraba. El movimiento de sus caderas no menguaba, él era totalmente ajeno a lo que sentía. El cuerpo en mi interior no dejaba de crecer, era un globo que en cualquier momento reventaría en mí. En algún momento pude abrí los ojos. No era Eduardo el que se cernía sobre mí. Era otro, era Antonio, con su mirada oscura, llena de odio, llena de furia. ...
... Tenía el rostro crispado, arrugado, como esforzándose en que cada arremetida fuera más profunda y más dolorosa que la anterior. Sangre descendía por mis muslos. Cuando su mirada se encontró con la mía en el espejo, sonrió.
- Voy a partirte en dos, Puta – me dijo - Te voy a culear hasta que no puedas usar el ano ni para cagar.
Sentí que algo se quebraba en mi interior. Hubo más dolor, y desperté.
Me senté sobresaltado, el corazón desbocado, bombeando sangre a mil latidos por minutos. Tenía un zumbido agudo al interior de mi cabeza, que me embobaba. Me sentía desorientado, no comprendía si era el mundo el que giraba, o era yo. Cerré fuerte los ojos, esperando que mi cerebro se reorganizara. Una imagen invadió mi mente, un cuadro del sueño que estaba teniendo hace pocos segundos. Estábamos él y yo. En el reflejo de un espejo. En mi cara había desesperación, y en mi boca abierta, un grito de ayuda que nadie escuchó. Estaba derrotado ante su cuerpo, flácido y roto. Su cara era la de un hombre que había ganado una guerra, acreedor de una gran victoria, no había una pizca de remordimiento, solo gloria ante magna proeza. Y había sangre -mi sangre- que escurría a cascadas por la parte interna de mis muslos, dejando una laguna en el suelo. Sentí nauseas, y corrí al baño.
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No me sentía bien. Era un error haber venido a trabajar hoy, ni siquiera pude hacer mi rutina de ejercicios en la mañana. No llevaba un minuto siquiera de actividad física y me quedé sin aliento. Los ...