1. El pene de papá


    Fecha: 08/09/2019, Categorías: Incesto Autor: mr.tetrapack, Fuente: SexoSinTabues

    ... con los dedos y lo besé hacia la mitad del tronco. El olor era agradable, con un filo dulzón que cambiaba su identidad de dentro afuera, pero el tacto de su piel era más deseable aún, por lo que, de inmediato, tuve la tentación de probarle su sabor. Apenas vacilé un momento. Miré unos instantes el rostro de mi padre, que se agitaba en el sueño y movía las piernas a mi alrededor con delirio de fiebre, y comencé a lamer el tronco de abajo a arriba hasta que me paré en la cumbre. Desde la ventana, en sus momentos de esplendor, yo había llegado a establecer un cierto parecido entre el pene de mi padre y esas manzanas de caramelo que ellos me compraban siempre en la feria, rojas y redondas, hincadas en lo alto de un palo, para que me las fuera comiendo ansiosamente. Era evidente, ahora que estaba cerca, que esta vez no podría morderla, así que recorrí la base con la lengua dos o tres veces y terminé por esconder mis colmillos recién salidos e intenté rodear con mis labios trabajosamente el contorno de aquella fresa de lo alto. En ocasiones, en el caso de ciertos niños prodigio que presentan una habilidad extraordinaria --como Mozart con la música-- suele decirse que tal don corresponde a un recuerdo de vidas anteriores, a pasadas encarnaciones sobre la tierra en la que se ha llegado al dominio de ese arte especial que se recuerda más tarde. Yo, en mi anterior reencarnación, debí de ser una especialista en practicar felaciones. O por lo menos el arte circense de los tragasables, ...
    ... pues relajé la garganta siguiendo una técnica desconocida y estiré el cuello hasta que el animal de mi padre se deslizó garganta abajo hacia mi interior sin que yo tuviera un solo movimiento de arcada. Por instinto moví con cautela la cabeza de modo que la bestia pudiera deslizarse despacio y conocerme por dentro con tranquilidad. Sin pausa, inicié un sabio movimiento lento según los matices de un ritmo que iba marcándose dentro de mí y, para acomodarme mejor, me apoyé temerariamente en los muslos de mi padre. Entonces sentí, con un estremecimiento de terror, los movimientos inconfundibles de que había despertado. Advertí que las respiraciones de dormido ya no sonaban, y que mi padre estaba empezando a moverse lentamente con unos gestos que parecían de asombro. Me puse a pensar con rapidez para buscar una excusa que explicase mi posición, pero por supuesto no encontré ninguna. Entonces vi de reojo que la mano de mi padre avanzaba hacia mí con violencia. Sus dedos, de tamaño mayor que mi propio cráneo, que podían abarcarme el cuello sin dificultad entre sus pulgares y sus índices, me tomaron por las sienes y me agarraron con rabia, pero ante mi asombro empezaron a acariciarme por detrás de las orejas y a marcar un ritmo de succión levemente más vivo. Elevé los ojos y pude verle sobre mí, la mano derecha aún tras la nuca mientras me miraba con una sonrisa de complicidad medio esbozada en el gesto de los labios. Me quedé inmóvil por el miedo. Mi padre me asió por los cabellos y ...
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