1. El pene de papá


    Fecha: 08/09/2019, Categorías: Incesto Autor: mr.tetrapack, Fuente: SexoSinTabues

    ... sacó el animal de mi garganta. Actuó con tranquilidad, como si estuviera muy acostumbrado a aquel acto pero con una fuerza que me asustó, apretó mi cabeza contra su muslo izquierdo y empezó a acariciarme de un modo más violento que en los cariños de los juegos de cada tarde. Le sentí incorporarse tranquilamente. Llevó su otra mano hasta el animal, mientras seguía sosteniendo mi cabeza contra su pierna, con mi cara a escasas pulgadas de su sexo, y entonces, con la misma voz dulce que utilizaba para contarme cuentos, me ordenó que le besase los testículos. Durante un rato largo empezó a tocarse con los mismos movimientos tranquilos y fuertes del verano. Me tuvo allí mucho tiempo. Su puño cerrado se agitaba en torno al animal que yo había conseguido sacar del letargo, mientras él respiraba como si estuviera muriéndose, clavando en mí unos ojos invisibles, que podía percibir sobre mi cabeza como un foco de hielo. Al final se arqueó sobre la espalda con un gemido, me levantó de nuevo por los cabellos hasta que puso mi cara sobre la cima del monstruo y me obligó a rodearle otra vez la fresa con los labios apretados y a deslizarla hacia mi interior, como antes. Mi padre agitó dos o tres veces más el puño, casi golpeándome la cara, hasta que un aluvión de crema caliente me llenó la boca, se derramó por la comisura de mis labios e inundo mi garganta. No sé si llegó a arrepentirse por ese gesto del puño, tal vez pensó que yo creí que iba a pegarme, pero de pronto empezó a llamarme ...
    ... hija con más dulzura que nunca y me acarició la cabeza con la suavidad de siempre. Entonces me tomó por las axilas. Me apoyó contra su pecho, sus dedos hacían círculos en mis pezones sobre mi vestido, acercó su cara a la mía para buscar mis labios y abrirse paso entre ellos con un beso total de amante adulto. Pensé que iba a devorarme, pero mi padre se limitó palpar el tacto desconocido de la boca mientras mis dedos se enredaban en su barba y él buscaba con su lengua los últimos restos de su semen, antes de apartarme otra vez para darme un casto beso en la frente. Luego reposó un poco en la cama antes de levantarse, se vistió en la oscuridad y se marchó a la calle sin decir nada. * Mi madre volvió a casa cuando apenas habían dado las siete. Vino a buscarme al cuarto de juegos, me tomó en brazos y me llevó a la cocina mientras me hacía cosquillas de cariño. Puso ante mí, sobre la mesa, un plato de postre y un vaso largo que yo sabía que iba a llenarse con el cacao dulzón de la merienda. Mamá empezó a tararear un aria de opera mientras sacaba la leche del frigorífico y buscaba un cazo para calentarla. --No quiero merendar --le dije--. No tengo hambre. Mi madre sonrió, se pasó la mano por el pelo --un color rojizo de irlandesa que cambiaba de tonalidad según el ángulo de la luz-- y me guiñó un ojo. --Te he traído bizcotelas de Casa Guerrero. No me irás a decir que no tienes hambre de bizcotelas. Yo agaché la cabeza y miré a las baldosas con un gesto culpable. --Es que ya he ...
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