1. Emilio (El rufián - 2ª parte y regreso a San José)


    Fecha: 14/09/2019, Categorías: Hetero Autor: dont343, Fuente: CuentoRelatos

    ... puerta; secándose la cabeza y gastándose bromas, aparecían Emilio, Pepe y Santiago, que se encontraron, cara a cara, con un camarero impecablemente vestido, guapísimo, de unos treinta años, moreno, con el pelo ondulado y un porte de machote, que quitaba el hipo.
    
    Pepe, ya le conocía.
    
    - ¡Hombre, Juansi!, ¿qué tal?
    
    - ¡Muy bien, Sr.! ... y ¿Ud.?
    
    - Muy bien, ¡gracias!…
    
    Mira, voy a presentarte a unos amigos…
    
    Este de aquí es Emilio…
    
    - ¡Hola!, ¡encantado!… y se quedó mirándolo sin parpadear
    
    - ¡Buenas noches!, señor… ¡un placer!
    
    Luego giró un poco la cabeza...
    
    - Y, este es Santiago…
    
    - ¡Hola!, ¡buenas noches!...
    
    - ¡Señor!…
    
    - Y bueno, ¿qué?... no sabía que estabas aquí. Pensaba que ya no vendrías este año.
    
    - ¡Si, claro que sí!, ¡cómo no! Tengo que ayudar en casa, D. José...
    
    - Bueno, pues...
    
    … la verdad, es que estoy muy contento de verte por aquí. Y espero que subas luego. Hoy tenemos fiesta... ¡solo para hombres, eh!; y mirando a Santi y a Emilio, soltaron una carcajada
    
    - ¡JAJAJAJA!
    
    Juan Antonio también participó de la risotada…
    
    - Ya sabe, que si puedo subo... pero, tengo un nuevo compañero, y no sé... aún, no sé cómo respira…
    
    En eso que sonó el timbre de la puerta.
    
    - ¡Deja, deja!, que voy yo, le dijo a LuisMi; y abrió la puerta…
    
    Pepe, se quedó mudo y estático (admirando el paisaje)...
    
    - ¿Es la casa de D. Luis?
    
    - ¡PASA, EUGENIO!, dijo Juansi, dándole una voz…
    
    - ¿Me permite, Sr.?... y Pepe reaccionó
    
    - ¡Si, ...
    ... si!… ¡claro!, ¡por supuesto!… ¡pasa!, ¡pasa!…
    
    Y según pasaba el apuesto jovencito, empujando el carrito, Pepe aprovechó para hacerle una radiografía de última generación, y exclamó:
    
    - ¡Mamma mía!...
    
    Los dos camareros dejaron las fuentes con el marisco, los platos de pescaitos, los de jamón, tres botellas de Oporto, cervezas y zumos varios en una mesita que estaba, tenuemente iluminada, a la entrada de la terraza; y colocaron un par de cestitas de pan, protegidas con un paño blanco, sobre el pequeño frigorífico que había, situado a la salida del salón, junto a un gran cactus, a la derecha.
    
    Luego, atendieron la petición de LuisMi; que quería hablar con ellos, en la cocina...
    
    Todos sabían que el Oporto era, preferentemente, para los brindis y el marisco. Pero fueron colocándose alrededor de la mesita... y por petición del dueño de la casa, esperaron unos minutos disfrutando de un magnifico cielo estrellado y de una excelente temperatura.
    
    Emilio, que había vuelto a ponerse esos minúsculos pantalones de running, se apoyó en la barandilla que daba a la fachada principal, y exclamó.
    
    - ¡No se ve la luna!, ¡joder!…
    
    Y se quedó callado...
    
    Dani (el capi) se acercó a él con un platito de jamón y una cerveza en la mano…
    
    - Desde esta parte, nunca se ve…
    
    Emilio cogió un poquito de jamón y se lo echó a la boca
    
    - ¿A ti tampoco te va el marisco, verdad?… ¿quieres una cerveza?
    
    - La verdad es que sí.
    
    Y alargó la mano
    
    - ¡Creí que solo habían traído zumos!… ...
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