1. El ermitaño y su sobrina


    Fecha: 14/09/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Saulo era un ermitaño, y como tal nada quería saber de la sociedad. Ya sobrepasaba los cincuenta años. Era alto. Su rostro moreno, casi mulato, debido a sus largas exposiciones al sol, contrastaba con sus ojos azules y su barba blanca, una barba que le llegaba al ombligo. Estaba tan cachas, que su torso desnudo parecía el de un culturista.
    
    Saulo, vivía en una cueva en la que había una cama hecha con ropas viejas, helechos y plásticos, unas piedras en la que se sentaba y otra piedra larga y plana sobre la que hacía el fuego para cocinar pájaros, ranas, lagartijas, serpientes, saltamontes, grillos y otros bichos. También tenía una lata para beber.
    
    Estaba cogiendo una sandía del pequeño huerto que tenía delante de su cueva cuando sintió un ruido infernal que hizo que tuviera que taparse los oídos con las manos. Era el ruido que hacía una moto Montesa subiendo la pendiente. La moto se detuvo delante del pequeño huerto.
    
    De la moto se bajó una rubia clavada a la del anuncio original de "Busco a Jacq´s". La rubia se quitó el casco, abrió la cremallera de la funda roja, y mostrando el canalillo de sus grandes tetas, dijo:
    
    -Busco a Saulo.
    
    El Ermitaño, mirándola de mala manera, le respondió:
    
    -Lo que buscas son problemas. ¿Quién eres?
    
    -¿Eres Saulo Bermúdez Bermúdez?
    
    - Sí. ¿Quién lo pregunta?
    
    -Tu sobrina Diana.
    
    -¿De quién eres hija, de María o de Amalia?
    
    -De Amalia.
    
    -¿Y qué te trae por aquí?
    
    -Vengo a notificarte que el mes pasado murió tu madre y te ...
    ... ha dejado como único heredero de una inmensa fortuna.
    
    Aunque su madre y él anduvieran a la gresca desde que era un niño, la noticia hizo que una lágrima rodase por su mejilla.
    
    -Descanse en paz.
    
    Diana acabó de abrir la cremallera de la funda roja y se quitó la parte superior -unas tetazas redondas con unos grandes pezones se marcaron en su camiseta blanca de tiras- ¡Cómo pega el sol aquí arriba!
    
    Saulo, se centró en las tetas y se olvidó de su madre, momentáneamente.
    
    -Esas tetazas las trajo aquí el Mal. Como si no tuviera suficiente con lo que ya me dio.
    
    Diana, sonrió mostrando unos dientes blancos como la nieve.
    
    -No las trajo el Mal, tío, las trajo una Montesa. ¿Qué fue lo que te dio el Mal?
    
    -Nada que tenga que ver contigo. ¿De qué murió mi madre?
    
    -De vieja. Tenía más de ochenta años.
    
    -Ya sé que edad tenía.
    
    Saulo no quitaba la vista del canalillo de su sobrina.
    
    -¿Me estás mirando para las tetas?
    
    El Ermitaño no se andaba con medias tintas.
    
    -Estoy. Si no quieres que te miren para ellas no las enseñes.
    
    -¡Qué cara!
    
    -Date la vuelta.
    
    Diana se dio la vuelta, giró la cabeza. y vio que su tío le estaba mirando para el culo, que por cierto, era un culazo.
    
    -¡Qué cosas más lindas hace la naturaleza!
    
    -¿Me debo empezar a preocupar?
    
    Saulo, no le respondió a su sobrina, estaba más interesado en una de las urracas que le picoteaban las sandías.
    
    -¡Largo, apestosa! -le dijo Saulo a la urraca que se había posado en el pequeño huerto- ...
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