1. Mi mujer, el culo de mi suegra y el mío


    Fecha: 23/09/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos

    ... rápida composición de lugar, que ciertamente me puso muy cachondo y acepté la propuesta con un escueto “vale”.
    
    En realidad, Helena y Pilar, de antemano, estaban seguras de que aceptaría, porque incluso habían preconcebido un plan de encuentro. Plan que seguí estrictamente.
    
    Acordamos que una tarde mi suegra me esperaría a tomar el té, sola en su casa. Helena llegaría después, para cenar, y luego montaríamos el trío.
    
    Según Helena me dijo, Pilar quería estar un tiempo conmigo a solas para conversar e “ir preparando el terreno”.
    
    Así que la tarde indicada llegué preparado a casa de mi suegra. Ella me esperaba enfundada en un chándal azul y con una sonrisa encantadora. Naturalmente, tomamos té sentados en el sofá de la sala de estar. Y en un momento dado, me preguntó qué opinaba de ella.
    
    ‒¿En qué sentido? ‒le dije para ganar tiempo mientras lo pensaba.
    
    ‒En todos... Pero, querido, espero que seas sincero,
    
    ‒Ya sabes cómo te aprecio... como te quiero...
    
    ‒¿Me quieres...? ‒sonrió‒ ¿Helena te ha explicado...?
    
    ‒Sí, me lo ha explicado... Eres una mujer muy sexy... ‒y decidí entrar en el asunto a fondo‒. Sinceramente, muy sexy, con esos labios, esas tetas... ¡y ese culo espléndido!
    
    Pilar soltó una sonora carcajada,
    
    ‒¿De verdad, querido, te gusta mi culo?
    
    ‒No sabes la de veces que se me levanta cuando me fijo en tu culo... ‒me crucé de piernas para aliviar la erección, mientras farfullaba: ‒Como ahora.
    
    ‒¡Vaya, vaya, vaya! ‒exclamó, mientras se me iba ...
    ... aproximando en el sofá hasta prácticamente quedar pegada a mí. Entonces desplegó su sonrisa y deslizó:
    
    ‒Quiero verla, querido.
    
    La miré y vi tal convicción en su mirada que automáticamente me bajé la cremallera de la bragueta, agarré la polla dentro del bóxer, y la saque afuera, dura y erecta en todo su esplendor.
    
    ‒¡Dios!¡ Qué alegría, querido! ‒profirió Pilar‒. Me lo había dicho Helena, tu mujer... Pero, ¡Dios mío!, qué pedazo de carne apetitosa... ‒ironizó
    
    Durante unos segundos mantuvo su vista sobre mi polla, pero enseguida, ni corta ni perezosa, se lanzó sobre ella, se la metió en la boca y me hizo una mamada de campeonato.
    
    Te aseguro que hacía tiempo que no tenía un ataque de goce tan rápido y profundo. La tía se había apoderado de mi polla y la chupaba y rechupaba con entusiasmo. Me hacía sentir agudos chispazos de placer que iban en aumento a cada mamada. No me daba cuenta, pero yo debía jadear fogosamente, para que Pilar detuviese su felación y, sonriendo, apuntase retóricamente:
    
    ‒Te gusta, ¿eh?
    
    Sin esperar respuesta, se puso en pie frente a mí, me tomó de la mano y me hizo levantar del sofá.
    
    ‒Vamos a mi cuarto, querido, Estaremos más cómodos ‒indicó.
    
    La seguí, con la polla tiesa, cimbreante y ensalivada, intentando reponerme de la brusca interrupción de la mamada. Ella, camino del dormitorio, se despojó de la chaqueta del chándal, soltando así un par de gordas tetas, algo caídas, con oscuros pezones túrgidos. La verdad es que ya las había ...
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