Mi mujer, el culo de mi suegra y el mío
Fecha: 23/09/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos
... visto en verano, en la playa. Pero ahora, con el morbo de la situación, me resultaban más voluptuosas, más excitantes.
‒¡Joder, qué tetas! ‒solté mientras intentaba magrearlas.
‒¡Espera! ¡Espera un momento! ‒me paró Pilar, escabulléndose de mi manoseo.
Al entrar al dormitorio, se quitó finalmente los pantalones del chándal y se quedó quieta, completamente desnuda, como esperando mi aprobación. La vi allí delante, sonriendo, y mi mirada pasó de golpe de las tetas a la raja de su coño depilado, comprimido por unos muslos anchos y poderosos. Se giró un momento para retirar la colcha de la cama, y exhibió su culo de nalgas grandes y mullidas, un hermoso culo de veterana.
A toda prisa, me quité camisa, pantalones, calcetines y bóxer y me quedé en pelotas, con la polla, firme y tiesa, y los cojones llenos a tope.
Pilar me aguardaba tumbada de espaldas en la cama, Yo, sin espera, me puse a sobarle las mamas y a chuparle los pezones. Ella comenzó a gimotear y, entre suspiros, me preguntó:
‒¿Te gusto?
‒¡Con locura, cariño! ¡Me gustas con locura, Pilar! ¡Y te quiero follar! ¡Y te voy a follar...!
‒¡Sí, sí...! ¡Fóllame, fóllame fuerte!
Entonces, me encaramé de un salto a la cama, la abrí de piernas y me aboqué sobre su coño maduro que estaba mojadísimo. Le metí la lengua entre sus labios menores y, lamiendo, la hundí en su vagina cuanto pude. Enseguida la saqué sin dejar de lamer y se la volví a hundir. Repetí la maniobra tres o cuatro veces. La oí gemir de ...
... gusto y pasé a hociquear en su clítoris. Lo chupé, lo lamí, lo sorbí, a veces lentamente, a veces acelerando, pero sin pausa.
Cuando sus gemidos fueron más ruidosos, me arrastré por la cama para, con toda la furia de mi excitación, clavar mi polla en aquel coño empapado de fluidos y saliva.
‒¡Oh, sí, sí! ¡Fuerte, fuerte! ‒reaccionó ella‒ ¡Así, así! ¡Jódeme! ¡Fóllame!
La verdad es que nunca hubiera imaginado que mi suegra fuese tan caliente.
Parecía disfrutar a tope con cada una de mis penetraciones en su chocho jugoso. Esa actitud estimulaba mis ganas de follarla a fondo. Cada embestida de mi polla era acogida con implacable lascivia por su chumino amplio y confortable, y me hacía sentir por todo mi cuerpo una gozada irresistible que iba aumentando hacia un orgasmo inevitable.
De pronto, Pilar dejó de gemir y jadear.
‒Quiero que me llames puta y me hagas guarradas ‒me pidió.
‒Bueno, yo... ‒desconcertado, saqué la polla de su coño, sin saber que decir.
‒¡Llámame puta! ‒insistió, mientras, tumbada de espalda, levantó las piernas, sosteniéndolas con las manos en sus muslos, y se plegó un poco sobre su cintura para mostrar así no sólo su chocho, sino también el ojete de su culo.
‒¡Llámame puta y hazme guarradas! ‒volvió a pedirme‒ ¡Hala, tío, fóllame el culo!¡Me vuelve loca que me follen el culo!
Automáticamente me fijé en su ano. En la posición que me lo enseñaba, era un agujero algo amplio, de bordes limpios, lisos, y aparentemente elásticos. Sin ...