1. Mi mujer, el culo de mi suegra y el mío


    Fecha: 23/09/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos

    ... duda era un ano muy habituado a la sodomía.
    
    ‒¡Vamos, vamos! ‒me apremiaba mi suegra.
    
    ‒¿Tienes a mano algún condón? ‒le dije.
    
    ‒¿Para qué? ¡A pelo, tío, a pelo!
    
    Así que mojé la lengua en el fluido salobre que resbalaba de su coño y, con un par de lametones, le humedecí convenientemente el ano. Luego, escupí un par de veces sobre los bordes del agujero y, con la punta de la lengua, fui extendiendo la saliva por fuera y por dentro del ojete. A continuación, le metí un par de dedos y maniobré dentro con intención de dilatarle el ano.
    
    ‒¡Oh, sí! ¡Oh sííííí...! ‒ iba aprobando ella entretanto,
    
    Enseguida, le metí un tercer dedo. Al comprobar la facilidad con que entraba y se movía dentro, comprendí que era un culo con mucha experiencia y decidí sustituir los dedos por mi cipote.
    
    Primero, apoyé la punta del capullo sobre el ojete. Con precaución, lo fuí hundiendo poco a poco culo adentro hasta cerciorarme que entraba cómodamente.. Entonces, de un golpe le metí el cipote entero hasta los cojones. Pilar soltó un grito repentino y sentí el apretón de su esfínter. Me quedé inmóvil, indeciso, aunque manteniendo la enculada. Enseguida ella me sonrió, mientras relajaba su esfínter, y me exigió autoritariamente que la sodomizase.
    
    ‒¡Sí, sí! ¡Menéate, tío! ¡Embísteme a fondo! ‒me ordenó‒. ¡Fóllame! ¡Soy tu puta! ¡Machácame el culo!
    
    La obedecí de inmediato. Me puse a bombearle el culo pausadamente. Pero al notar que mi polla penetraba sin apenas resistencia, aceleré el ...
    ... bombeo. Muy pronto sentí agudos trallazos de placer que iban encendiendo mi lujuria. Y comencé a adorar y a disfrutar (“¡Joder, qué culo...! ¡Qué guuusto, joder!”) de ese culo de mi suegra que me auguraba una gozada final fastuosa.
    
    Pilar, por su parte, se estaba masturbando. Se metía los dedos en el chocho o se palmeaba y se acariciaba el clítoris. Resoplaba, gemía o soltaba grititos de placer o de dolor. Realmente estaba excitadísima. Posiblemente al borde de un orgasmo.
    
    De pronto, me gritó con furia:
    
    ‒¡Así, así! ¡Me gusta! ¡Me gusta! ¡Así, asíííí... hijoputa!
    
    Estimulado por el desenfreno de Pilar, reaccioné dándole sin tregua.
    
    ‒¡Córrete, hijoputa, córrete yaaaa! ¡Lléname el culo de leche! ¡Ya, tío, yaaaaa! ‒seguía gritándome ella.
    
    Cada vez le metía la polla más deprisa, más deprisa, más deprisa... Y me puse a resollar. Y tal vez a maldecir. Y a llamarla “puta cachonda” y al mismo tiempo a asegurarle que tenía un puto culo divino. Hasta que llegué al instante que un placer irresistible y doloroso se apoderó de todo mi cuerpo y paralizó mi voluntad.
    
    Pilar debía intuir que estaba a punto de venirme, porque me gritó:
    
    ‒¡Córrete dentro de mi culo, hijoputa! ¡Suelta la leche!
    
    Inevitablemente me corrí enseguida. Me corrí con la polla empotrada dentro del culo de mi suegra. Me corrí eyaculando toda la leche de mis cojones en su recto. Me corrí disfrutando de un placer violento que casi me hizo perder la noción de las cosas momentáneamente.
    
    Seguramente ...
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