1. Mi mujer, el culo de mi suegra y el mío


    Fecha: 23/09/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Werther el Viej, Fuente: CuentoRelatos

    ... inmediato, comencé a follarla impetuosamente. Me puse a hundir con furia el cipote en su vagina para sacarlo enseguida y volvérselo a meter sin concesiones. Y así una y otra vez... una y otra vez... una y otra vez... Helena, que continuaba con el negro consolador metido en el culo, respondía a mis penetraciones con resuellos, gritos, y fuertes afirmaciones de goce.
    
    Como siempre, el chocho de mi mujer era mi fiesta. Cada embestida que le dada, me provocaba espasmos de placer que aumentaban mi deseo y me hacían perder el control de mis sentidos. Me incliné hacia delante para frenéticamente morrearla, y magrearle las tetas, y chuparle los pezones.
    
    En esa posición, mantenía mi culo un poco en pompa, cosa que aprovechó mi suegra para sobarme las nalgas. Sin embargo, yo estaba tan profundamente concentrado en joder y gozar como un íncubo que casi no presté atención a esas maniobras. Ni siquiera cuando noté que me lubricaba el ano con espray, crema o saliva. Pero, luego, sucesivamente me fue metiendo y agitando dentro del culo hasta tres dedos. Entonces recibí un subidón de placer (“¡Aaah...! ¡Joder, qué bueno! ¡Jodeeeer!”) que me puso al borde del orgasmo.
    
    Pero, súbitamente, sentí un dolor agudo mientras algo duro me taladraba el ano y se iba metiendo culo adentro.
    
    ‒¡¡Mieeeerda!! ‒aullé azuzado tanto por el dolor como por la sorpresa. Giré la cabeza y, por un espejo en la pared, vi a mi suegra, que llevaba un arnés con un pollón que había comenzado a hincar en mi ...
    ... ojete.
    
    ‒¡Cabrona! ‒le grité, fastidiado porque me había frustrado el inminente orgasmo.
    
    Y ella, de un golpe, me hundió sin piedad aquel artilugio entero en el culo. Sobresaltado y dolorido solté un fuerte aullido que enardeció a mi suegra. Lanzó un excitado bufido y se puso a follarme implacablemente con ese consolador.
    
    ‒¡Aaaah...! ¡Qué culazo, hijoputa! ¡Aaaah...!¡Qué gustazo, hijoputa! ‒clamaba.
    
    Me sentí poseído, violado, a merced de la furia lujuriosa de Pilar. Pero, extrañamente, al mismo tiempo, lleno de una lascivia incontenible. Mientras mi suegra me daba por el culo sin contemplaciones, yo, a mi vez, jodía a mi mujer frenéticamente. A cada embestida de ese pollón de látex hasta mi recto, yo respondía con una follada a fondo del coño de Helena. Así que empecé a gozar de una bárbara mezcla de dolor y placer que apresuraba mi llegada al orgasmo.
    
    Helena, por su parte, gemía, jadeaba, se reía.
    
    ‒¡Así, asííí...! ¡Más fuerte, más fuerte, hijoputa! ¡No pares, no paaaares...! ‒me pedía a gritos. O azuzaba a su “mamá”: ‒¡Dale, dale...! ¡Rómpele el culo! ¡Dale, dale! ‒vociferaba.
    
    Las acometidas de Pilar iban en aumento y me obligaba a follar salvajemente a mi mujer para compensar. Estaba tan excitado y ansioso que me costaba respirar. Resoplaba y bufaba sin parar, con el culo torturado y la polla endurecida. Hasta que, muy pronto, sentí la necesidad urgente de liberar la tensión libidinosa que dominaba todo mi cuerpo. Y nuevamente me corrí... Me corrí bramando de ...