Carla cambió mi vida
Fecha: 02/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: robertox, Fuente: CuentoRelatos
... ella se puso un pequeño vestido para estar por casa que le tapaba hasta la mitad de los muslos y le dejaba un sugerente escote. Por mí parte yo bajé al coche a subirme un poco de la ropa que había traído para pasar el fin de semana con ella, como yo me encontraba cómodo me quedé con lo mismo que tenía puesto. Me preguntó si quería comer ya y le respondí que sí. Cuando se iba a poner a cocinar me acerqué a ella (ya con más confianza) y le rodeé la cintura con mi brazo. Le dije que íbamos a cocinar los dos juntos.
—Vaya, así que sabes cocinar y todo. Viene muy completo este pack —dijo ella pegando su cuerpo al mío y sonriéndome—. ¿Qué te apetece que hagamos de cena cariño?
—No sé… ¿qué tienes en la nevera? Podemos hacer una cena ligerita, no tengo demasiada hambre. ¿Qué te parece?
—Lo veo bien, yo estoy como tu; podemos hacer pechuga a la plancha y unas verduras al vapor. ¿Cómo lo ves?
—Perfecto, pongámonos a ello —dije resolutivamente.
Nos pusimos a hacer la cena y durante la preparación parecíamos dos chiquillos que acaban de formalizar una relación: miraditas, cariños por doquier, algún que otro rozamiento subido de tono, miradas llenas de lujuria,…
Durante la cena hablamos de nuestra vida sentimental: le conté que había tenido varias citas con una chica pero no iba a llegar a nada más con ella (no le interesaba mucho a ella) y que con total seguridad la única relación que tendría con ella es de amistad y las típicas conversaciones que no pasan de un ...
... “Hola, ¿qué tal?”, “Yo bien, ¿y tú?” y poco más. Ella dijo que con su marido le iba bien, tenían una vida virtual en la que jugaban con otras parejas pero su marido no se cuidaba mucho (bebía y fumaba un poco más de lo normal y de vez en cuando eso hacía que no tuviera buenas erecciones) ni le gustaba que ella se masturbase con otras personas por la red; por un lado lo veía lógico y por otro no. Lo que íbamos a hacer va más allá de lo que su marido le gusta. Sin embargo ella quería (y quiere) a su marido, nosotros íbamos a ser amigos con privilegios. Obviamente su marido no se iba a enterar de todo esto y lo hacía mucho más morboso y excitante.
Tras disfrutar de la sobremesa con una charla tranquila nos empezamos a mirar de forma distinta, nos buscábamos con la mirada. Le dije:
—No te lo había dicho hasta ahora Carla, eres toda una belleza. Desde que he venido me tienes encandilado —estaba mirándola fijamente a los ojos—.
—El sentimiento es mutuo Roberto, he pasado un día fantástico contigo. Sabes cómo tratar a una dama y esa es una faceta que me encanta de ti. ¿Qué te parece si continuamos la velada en el dormitorio cariño? —respondió ella con una mirada pícara en su rostro.
—Claro que sí, vamos a ello —dije mientras la seguía por detrás observando cómo se contorneaban sus caderas con la tenue iluminación del apartamento—.
Pasamos al dormitorio dónde iba a dormir yo esos días, era un espacio muy acogedor con un pequeño armario al fondo, una cama para dos en el ...