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Dos vergas para mi solita, que no se entere mi novio
Fecha: 06/10/2019, Categorías: Gays Autor: Dulce Fuego, Fuente: CuentoRelatos
... que en el camión, con todo respeto-. Su cortesía me tentó a acceder a su invitación, pero no quise ir a meterme a quién sabe en dónde, con un tipo que aunque guapo, hasta antes de ese día, yo ni si quiera sabía de su existencia, así que le respondí -No gracias, Andrés, y nada de señorita, me llamo Dulce y háblame de tú, por que me siento muy rara si me hablas de usted, si quieres, me acompañas hasta el camión y de ahí te vas para tu casa- Así que tenía poco tiempo para pensar en una manera para disfrutar aún más de mi acompañante, tenía que darle un buen beso de despedida, aunque fuera. Luego de tocar con los nudillos en la portezuela del autobús, un adormilado chófer nos abrió -Pásenle rápido, jóvenes, que hace frío-. Miré a los ojos a Andrés antes de despedirnos y cuando inclinó la cara para darnos el rutinario beso de despedida en la mejilla, yo voltee la cara de manera que mis labios terminaron en su boca y no su mejilla. -Perdón, Andrés, es que me gustas mucho, perdón- Me apuré a decirle cuando hubo terminado nuestro breve pero muy rico beso. Cuando él iba a responderme algo, el chófer lo interrumpió -¿Van a entrar o qué? Ya son los últimos, bueno, casi los últimos, ahí viene el último de la fiesta, así que pasen o dejen pasar al chavo, que voy a cerrar la puerta-. Detrás de nosotros venía caminando, más bien, tambaleándose de borracho el tipo más matado de mi clase, Gustavo, quien antes de llegar al autobús, se detuvo para arrojar una asquerosa vomitada y luego de ...
... limpiarse la boca con la manga de su abrigo, subió al camión pasando por un lado de nosotros, entonces tomé la cara de Andrés entre mis manos y le pedí con una voz dulce que se quedara conmigo esa noche. Ocupamos un par de asientos en la penúltima fila de los lugares del autobús. No pudimos ocupar las últimas filas por que, de un lado, una de mis compañeras estaba acostada disfrutando de un profundo sueño y del otro lado, Gustavo, el chico que acababa de vomitar frente a nosotros, ya se había acomodado y nos dijo que estábamos locos si creíamos que nos iba a cambiar el lugar. Así que tomamos la penúltima fila y Andrés se sentó en el asiento del pasillo. Estuvimos platicando durante algún rato, cada quién sentado en su lugar, reduciendo el contacto a estar tomados de la mano, hasta que le pedí a Andrés que me dejara tocar sus brazos -¿Puedo? Es que se ven muy fuertes y me gustan- Él accedió y extendió el brazo que tenía de mi lado de tal forma que su mano terminó sobre mi pierna. -Oh, vaya, sí son fuertes, se siente muy rico ¿tú no quieres tocarme?- Le pregunté mientras hacía bajar mi abrigo hasta mis hombros y desabrochaba los dos primeros botones de mi blusa, descubriendo la parte alta de mis tetas y después conduje su mano de mi pierna hasta el interior de mi blusa. El calor de la rasposa mano de Andrés acariciando mi busto, contrastaba deliciosamente con el frío que hacía aquella noche. Cuando el tímido y respetuoso Andrés se animó a poner sus dos manos sobre mis ...