1. 53.4 El señor Cheng-Gong


    Fecha: 07/09/2017, Categorías: Incesto Autor: Albany, Fuente: CuentoRelatos

    ... acariciando sus labios y tirando ligeramente de su barba. Abrió los ojos y se me quedó mirando.
    
    -Nos hemos dormido y Wes no nos ha llamado. –se restregó los ojos sin hablar y luego continuó mirándome.
    
    -No me canso de ver lo lindo que eres y es una pena tener que dormir teniéndote a mi lado. –mi chico se despertaba romántico y sin prisas por levantarse.
    
    Me aproximé a él, tenía su cuerpo caliente y pasé mi brazo por su vientre para llegar a su costado y acariciarle muy tierno. Mis labios besaron su pecho y sentía las cosquillas que los pelos de sus tetillas me producían en la nariz. Olía ligeramente a sudor y para mi resultaba un perfume muy erótico, desvié mi mirada para mirar su pene y estaba recostado en su ingle sin la erección de las mañanas, esperando que alguien lo despertara. Le hubiera pedido que repitiera lo de anoche pero Wes podía entrar en cualquier momento.
    
    -Vamos Gonzalo, tenemos que levantarnos.
    
    Nos esperaban todos en el comedor y ya habían desayunado, Borja dejó el periódico que estaba leyendo para mirarnos y me guiño un ojo, debí de ponerme rojo y me sonrió, adivinaría que nuestra retraso habría sido causado por algo que le hacía gracia, no olvidaba que él ya se satisfizo con la chica en la fiesta.
    
    -Estaba a punto de ir a buscaros a la habitación, nos fuimos a la cama a la misma hora y aquí hay algunos más perezosos que yo. –sacó una risita perversa y ronca mientras se ponía de pie. La abuela le pidió que nos dejara tranquilos.
    
    -Te ...
    ... esperamos para trabajar en el despacho, si queréis ir a pasear un rato tendrás que darte prisa para que os de tiempo. –ayudó a levantarse al abuelo y salieron juntos.
    
    Mas que trabajar se trataba de recopilar información y recomendaciones del abuelo, formaba ya parte de una familia donde todos colaboraban en engrandecer sus negocios, a ello se dedican poniendo mucho empeño y esfuerzo.
    
    Dejé a la abuela sola impartiendo instrucciones a Tegan el mayordomo sobre la comida y me dirigí a mi habitación. Wes no paraba, era su trabajo pero me inspiraba lástima.
    
    Encendí el ordenador y me dispuse a trabajar, resultó una tarea imposible de llevar a cabo, cada pocos minutos Gonzalo se presentaba para interrumpirme, colocarse detrás de mí y aspirar mi perfume mientras me besaba sin importarle que a veces Wes estuviera presente. ¿Qué pensaría el abuelo y Borja? Se comportaba como un chiquillo ante las expectativas que le brindaba la nueva aventura del viaje conmigo a solas.
    
    La tercera vez que se repitió la visita, antes de que me soltara sujeté sus manos que acariciaban mi cuello queriendo entrar por mi polo y llegar donde no debían.
    
    -Gonzalo, vamos a dar un paseo. –no esperé su aquiescencia o aprobación, pulsé en el botón de apagar del ordenador y me puse de pié. Necesitaba, como si fuera un perrito, sacar sus energías de él haciendo ejercicio.
    
    Hacía un estupendo día de primavera, dentro de poco el velador del jardín sería un refugio para la lectura de los abuelos, observé a los ...
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