1. Los demonios de Yahir. Aventuras en Monterrey, el regreso de Eduardo Part 1


    Fecha: 13/10/2019, Categorías: Gays Autor: Diosdelagua, Fuente: SexoSinTabues

    ... nos faltaba, era como si solo con nuestros besos pudiéramos respirar. Me cargó entre sus fuertes brazos y me llevó hasta su habitación, no pude distinguir nada porque todo seguí obscuro, no se molestó en encender la luz, pronto estuve tendido en su cama, abrió mis piernas y se puso encima de mí para seguir besando mi cuerpo. En solo unos segundos se deshizo de mi playera y con sus besos recorrió mi ser, era nuevo para él, ya no era aquel adolescente frágil, estaba camino a convertirme en un adulto. Lo detuve en cuanto quiso desabrochar mi pantalón, me sentí en una especie de competencia, debía mostrarle todo lo que había aprendido, demostrarle toda la falta que me había hecho, entonces le quité su ropa sin darle oportunidad de resistirse y besando sus labios fui bajando por el camino de su pecho, saboreando sus pectorales, calentando mis manos para ir bajando junto con mis besos hasta llegar a su ropa interior. Cuando toqué su miembro recibí otra descarga eléctrica, su tamaño, su textura, los suspiros de Eduardo al sentir el calor de mi piel, volví a besarlo mientras lo masturbaba y comenzaba a excitarlo, a llevarlo al fuego que nuestros cuerpos emanaban. En un instante él no quiso quedarse atrás y me tomó de las manos para detenerme, volvió a echarse sobre mí y con una sonrisa maliciosa me quitó el resto de mi ropa, con su lengua jugó con las partes sensibles de mi cuerpo que aún recordaba y mis géminos fueron una buena confirmación para su vanidad, sabía dónde tocarme, ...
    ... dónde besarme, mi cuerpo le pertenecía y lo estaba reclamando. Entonces él también tomo mi miembro y me hizo dejar salir un gemido tras otro, sobre todo cuando acercó uno de sus dedos a mi orificio y me hizo ver estrellas— Eduardo. ¿Qué me estás haciendo?— Le dije entre suspiros aprontando las sabanas— Te voy hacer parte de mí. — Me dijo, él jamás me había dicho eso y luego de escuchar estas palabras, solo me dejé llevar. Las embestidas de Eduardo eran lentas pero vigorosas, me tenía tomado de las manos y gruñía en mis oídos para demostrarme cuanto placer le provocaba el estar conmigo, yo correspondía diciendo su nombre una y otra vez, gritando y suspirando, recorriendo su espalda y robándole el alma con mis besos. Por un segundo me sentí en el paraíso, aquel encuentro no asemejaba en nada a los que tuvimos años atrás, en aquel entonces éramos demasiado inocentes y torpes y ahora, sabíamos perfectamente lo que queríamos. Eduardo no terminaba, yo en cambio llevaba 2 orgasmos, las piernas me temblaban y comenzaba a ver todo de manera distorsionada, solo recibía sus gotas de sudor en mi cuerpo, era como si el treintón tuviera esa lujuria acumulada y con su penetración dolorosa y exquisita quisiera deshacerse de ella. Cuando se cansó de estar sobre mí, se comportó de una manera más salvaje, se puso detrás de mí y cual semental comenzó a embestirme y a golpear mis glúteos, aquello estaba terminando conmigo, era una especie de bestia que él quería domar y vaya que lo estaba logrando. ...