Tatiana Cap I. Juegos Lujuriosos
Fecha: 20/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... Se piñizcaba para asegurarse de no estar soñando. El morbo de la situación lo tenían al borde de la locura. ―Pero debes tomártelo con calma —siguió Marta—. No permitas que se te note lo caliente que te pone esto. La Tati es ingenua pero muy recatada. Empieza por cambiarte de ropa, ponte los pantalones más holgados que tengas, y bájate eso que tienes ahí ―le golpeó el bulto que se le había formado en la entrepierna. ― No saco nada con bajarlo si va a crecer de nuevo apenas la vea. ―Yo lo solucionaré. Busca los pantalones que te dije. Voy enseguida a la pieza. Benito obedeció. Fue al dormitorio y eligió el pantalón más amplio que tenía. Su mujer apareció con un rollo de cinta adhesiva en la mano. ―¿Qué vas a hacer con eso?―preguntó su atribulado marido. Marta le ciñó la cintura con una vuelta de cinta, le apresó luego con ella la rígida verga y se la fijó al costado izquierdo, entre la ingle y la barriga. ―De todos modos se me notará ―dijo Benito. ―Ponte esta camisa. Es igualmente ancha, y te queda larga. Si te la dejas afuera, flotando sobre tu panza, te tapará como una cortina. Benito pensó que su mujer lo tenía todo planeado. Se puso la camisa y comprobó que tenía razón: vestido así se veía aún más obeso, pero no se le notaba la tremenda erección que sufría. ―Ya está— aprobó Marta—. Ahora vamos, le dije que estaríamos ahí lo antes posible, no vaya a ser que se nos arrepienta. Salieron a la calle y caminaron rápidamente a la casa de Tatiana. Cuando la joven les abrió la ...
... puerta, Benito quedó pasmado. “¡Es cierto, está más buena que antes!”, se dijo. Tatiana se había puesto unos pantalones de buzo y una blusa maternal que le quedaba muy suelta. Todo muy bonito pero muy recatado. Aun así, se veía soberbia. Una vez que estuvieron adentro, la joven, visiblemente nerviosa, les ofreció algo de beber. Ambos rechazaron el ofrecimiento. —Bien, Tati — dijo Marta—, aquí tienes a mi marido, que hará todo lo posible por ayudarte. ―No sé cómo agradecérselo, don Benito —dijo Tatiana, cada vez más nerviosa—. Pero le prometo que mantendré en completo secreto todo lo que haga por mí. ―No tienes nada que agradecer, Tati —respondió el astuto decano—. Para eso tomé un curso paramédico, para asistir a las madres que lo necesiten—. Lo del curso lo había inventado al vuelo; estaba decidido a aprovechar al máximo la oportunidad que se le presentaba. ―La señora Marta no me contó que había hecho un curso— dijo Tatiana. ―Bueno, después de ayudar a otra vecina que tenía el mismo problema me interesé en estos temas de primeros auxilios destinados a las madres jóvenes, y participé en un taller especializado que duró seis meses. —Olvidé contártelo, querida— intervino Marta, respaldando a su marido—. Como ves, Benito es un experto, no puedes estar en mejores manos. ―Entonces usted manda, don Benito ―dijo la ingenua paciente―. Dígame qué tengo que hacer. ―Para empezar, debes cambiarte de ropa, corazón. La posición ideal en la primera parte del tratamiento es estar en puntas de pie ...