Tatiana Cap I. Juegos Lujuriosos
Fecha: 20/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... los caminos campestres de su pueblo. Se preocupó asimismo de su cuerpo: aprendió a mantener una dieta balanceada y a cuidar su piel con automasajes, cremas y ungüentos que conseguía con su madre. Parecía tener un talento natural para eso, y no tardó en convertirse en un portento de mujer. Sin embargo, dicha habilidad contrastaba con su rendimiento en el colegio, donde era una alumna bastante mediocre. A eso se sumaba su escasa vida social, y fue así inevitable que le aplicaran el estereotípico calificativo de “rubia tonta”. Siendo tan sensible e ingenua, esa opinión que sus compañeros y profesores tenían de ella le generó una reacción traumática: le dolía que la gente la considerara estúpida, y se resistía a hacer preguntas y a pedir ayuda, pues pensaba que si lo hacía dejaría más en evidencia su incompetencia en algunas cosas. Por lo mismo, había resuelto no decirle a Pedro que no había podido hacer funcionar el extractor de leche. Sentada en la tina, apretó delicadamente uno de sus pechos, y logró liberar algunas gotas que aliviaron un poco su constante molestia. Se consoló al pensar que luego del baño le daría de mamar a Benjamín, con lo que ganaría otro momento de alivio. Y después acudiría a la señora Marta, su vecina, para contarle su problema y ver si se le ocurría alguna solución. No le importaría pedirle ayuda, pues había demostrado ser desde el principio una buena amiga, y una estupenda dueña de casa. Tatiana había conocido a Pedro un día que iba a visitar a una ...
... tía en la ciudad. Casi la había atropellado mientras ella hacía el recorrido en bicicleta, se había enamorado a primera vista, y no la había dejado tranquila hasta lograr que ella correspondiera a sus sentimientos. No tardó en pedirle matrimonio apenas la ingenua rubia le contó la norma que su madre le había inculcado en cuanto a la relación con los hombres. No le importó que sólo hubiera terminado la secundaria, y que a sus veintidós años no tuviera ningún título profesional, y tampoco las capacidades para conseguirlo. Tatiana se sentía orgullosa de sí misma, había rechazado a incontables pretendientes, y al fin su belleza le había asegurado un hombre bueno y con un gran futuro por delante. Se casó la primavera de ese año, y se fue a vivir con su marido a un lindo condominio en las afueras de la ciudad. Aunque la joven pareja era muy feliz en su nueva vida, a Tatiana no le calzó bien el papel de dueña de casa. Nunca había aprendido a cocinar, y había estado exenta de los trabajos domésticos en la casa de sus padres, pues su madre y una criada se encargaban de todo. Su propia inseguridad la tenía convencida de que cada plato que preparaba no le parecía sabroso a su marido, y le dolía ver cómo Pedro volvía a planchar las camisas que ella ya había planchado. Al principio, él no reclamaba nada, y ella cumplía en la cama con placer: veía en el deseo de su marido el resultado de años de cuidados de su cuerpo. Sin embargo, su incompetencia en los quehaceres del hogar le quitaba el ...