1. Tatiana Cap I. Juegos Lujuriosos


    Fecha: 20/10/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    ... poco agraciado que era el caritativo esposo de su amiga. BENITO El pobre Benito estaba a punto de sucumbir a su propia excitación; temía sufrir un infarto en cualquier momento. Pero ni eso lo haría dar marcha atrás. Había soñado incontables veces con ponerle las manos encima a esa hermosísima hembra, pero ni en sus más delirantes fantasías había imaginado una situación tan morbosa como la que estaba viviendo. La ingenua y deliciosa rubia estaba dispuesta a amamantarlo para aliviar sus hinchadas tetas, y lo mejor era que cumpliría ese deseo, pues él acabaría con sus molestias. Obviamente, no era la única forma, y tampoco la más recomendable. Debía haber aprendido a usar el extractor, o haber consultado a su médico; seguramente había una solución clínica para su problema. En última instancia, debía haberse confiado a su marido. Pero gracias a Marta, la portentosa rubia había recurrido a él para que le extrajera el exceso de leche que casi le reventaba las ubres. La tenía contra el aparador, apenas vestida con las ajustadísimas calzas, que parecían confundirse con la tersa piel de sus piernas, y con esas nalgas de ensueño descansando sobre el borde del mueble. Ansiaba ver más de cerca los glúteos de Tatiana, pero por el momento estaba absorto en el hechizo de su descomunal busto. Nunca había esperado tener a su disposición tan fabuloso par de tetas. Eran tan grandes que parecían disputarse el espacio disponible en el esbelto cuerpo de la rubia. Cada una parecía un globo ...
    ... inflado hasta los límites de su resistencia. Los pezones reinaban incólumes sobre los estanques de leche que coronaban. ―Ahora debes relajarte al máximo, Tati —le dijo, siempre en tono clínico—. Necesito palpar la zona afectada para determinar el grado en que están exigidos tus pechos—. Era su forma de pedir permiso para empezar a manosear a su ingenua vecina. Tatiana asintió con la cabeza y soltó una risita nerviosa. En un instante que nunca olvidaría, Benito posó sus toscas manos sobre uno de los senos de la joven. Sintió que la rubia se estremecía con un saltito al advertir el manoseo. Aunque las dos palmas de Benito estaban extendidas sobre la cálida piel, no cubrían ni la mitad de la superficie de aquel tesoro. El falso paramédico comenzó con ligeros apretones. Apenas recordaba la tersa suavidad que implicaba la juventud. La firmeza de esa esfera lo impresionó. Tatiana empezó a poner caras de dolor. ―Me duele, don Benito…―dijo con voz de niña. Al oír su lastimera queja, Benito sintió que el animal amarrado a su cintura se encabritaba cada vez más. ―Aguanta un poco, querida, ya pasará ―prometió. El maduro bribón se cambió al otro pecho y repitió los apretones. ―Han alcanzado el punto crítico —le dijo a su incauta víctima—. Pero no te alarmes, todavía estamos a tiempo de evitar daños permanentes. Su intención era asustar a la joven y eliminar toda posibilidad de que pensara suspender el tratamiento. ―Debo hacerte un masaje para soltar el tejido. Tienes que ser valiente, Tati, ...
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