Tatiana Cap I. Juegos Lujuriosos
Fecha: 20/10/2019,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... iniciativas, y pensó que su vecino era todo un caballero. ―Bien, querida, sácate la blusa para poder evaluar tu problema. La joven, notoriamente inhibida, hizo amago de obedecer; puso sus manos en la solapa de la blusa, pero no se decidía a quitársela. ―Vamos, corazón —intervino suavemente Marta, para animarla a seguir. ―Ay, señora Marta, pensará que soy una tonta, pero me da mucha vergüenza mostrarlos… Pedro y mi doctor son los únicos que los han visto ―explicó, toda abochornada―. Por favor, disculpe, don Benito, deme sólo un momento. ―Por supuesto, Tati —la tranquilizó el decano—. Lo que te sucede es completamente normal, tómate todo el tiempo que quieras. Marta se acercó a ella. ―No te preocupes, yo te ayudaré― le dijo, empezando a despegar los broches de la blusa—. ¿Está bien así? —le preguntó cuando los hubo soltado todos. Tatiana asintió con la cabeza. Suspiró mientras Marta le deslizaba la blusa por detrás de los hombros y por los brazos, dejando al descubierto sus maravillosos pechos. La cara de Benito lucía descompuesta. Parecía haberle sobrevenido una parálisis facial. Pero Tatiana no se daba cuenta de nada, concentrada en su propia vergüenza. Al verse expuesta, se cubrió instintivamente con los brazos. Pero reaccionó al instante, entendiendo lo ridículo de su actitud si debían examinarla. Terminó de pie, abrazada a sí misma, acunando sus hinchados y adoloridos pechos. Sus pezones brillaban erectos, resaltando contra la nívea blancura de su piel. Benito se le ...
... acercó con el rostro desencajado por la excitación. Su mujer lo tomó de un brazo y le clavó las uñas para que se controlara. ―¿Tan grave es? ―preguntó Tatiana, preocupada. El viejo respiró hondo y se acarició la barbilla, simulando una intensa reflexión profesional. Estuvo unos instantes así, sin despegar la vista de las dos exuberancias que se ofrecían a su vista. ―Veamos―dijo el supuesto experto y luego la condujo hasta el gran aparador que había en el comedor, la puso de espaldas al mueble y la hizo apoyar en el borde sus manos y sus espléndidas nalgas, para que pudiera mantener el equilibrio. Tatiana quedó así, sin saberlo, en una posición escultural y tremendamente provocativa, pensando que era necesaria para asegurar un eficaz tratamiento. Benito le apartó hacia atrás la dorada cabellera y la tomó de los hombros para obligarla a arquear la espalda, consiguiendo una postura final que dejaba sus monumentales ubres expuestas en todo su esplendor. Tatiana se contempló en un espejo situado en la pared opuesta de la estancia. Su pose era inequívocamente erótica, y el contraste entre su preciosa desnudez y la grotesca y decadente obesidad de don Benito le provocó una contracción nerviosa. Se obligó a apartar esas estúpidas ideas de su mente. La señora Marta estaba a escasa distancia, con la cara tensa de ansiedad. Seguramente se encontraba preocupada por su salud, por saber qué tan grave era el problema que la aquejaba. Y ella pensando tontamente en lo sensual que se veía y en lo ...